lunes, 30 de diciembre de 2013

En definitiva, sus desastres

El humo ascendía en círculos muy lentos, cada vez se realentizaban con más énfasis, comenzaba a comprender que, llegado el momento, empezaría a ser humo, polvo y cenizas despreciables.
Las alturas seguían sin agobiarle, al fin y al cabo, el dolor no iba a sorprenderle. Caminaba dando tumbos por una ciudad vacía. Lo del dolor no le asustaba, pero dejar de existir era su máximo temor, a decir verdad, su único temor.
Qué más daba, las dudas y los temores llevaban años comiéndose el resto de angustias. Si su cuerpo fagocitaba todo a su paso, qué iba a haber después de la muerte. Nada quedaba, ni por decir, ni por sembrar. Sólo por pensar
Y si las paredes hablasen, cuántas mierdas podrían decir de las almas que se pierden. Y es que los daños colaterales están ahí, pero quién va a pararse a pensar en un tullido.
Las piedras volaban alrededor, un día más. La sociedad se caía a su alrededor, pero hace tiempo había dejado atrás un existencialismo que le culpase de ello, el nihilismo era más cómodo. Los disparos se habían adueñado de todo, menos de su interior. Allí dentro brillaba el ojo del huracán, ¿para qué venderse al tiempo? Si el tiempo ya se llevaría lo que quisiera.
 Las voces quedaban distorsionadas, todo parecía sobre un enorme agujero negro que le decía en susurros "No queda demasiado de ti, lo sé, lo sabes, lo sabemos". Se sacudía la cabeza, sacando las voces derrotistas, sus espasmos alejaban a la sociedad, a la suciedad y hasta el aire parecía alejarse, pues cada vez que lo hacía se sentía desfallecer y tenía que sentarse por un tiempo prolongado.
Le agobiaba estar rodeado de gente, le agobiaba quedarse sólo, quizá sencillamente le abrumaba eso de existir en ese sitio donde ni las fieras paran a beber.
Cuando se sacudía la cabeza le volvían las náuseas, algo iba realmente mal ahí dentro, pero bueno, tampoco tenía tiempo para pararse a pensar en qué estaba pasando. Si era grave no tendría solución, si era leve ya se pasaría. Y así andaba por la vida.
Les sorprenderá, pero de pronto reventó un escaparate a su derecha, caminaba, como siempre, con tranquilidad, cuando de pronto explotó, no sabía si de una pedrada, de un atentado, de un terremoto, o si, sencillamente, obedecía ciegamente a las leyes físicas. Pero explotó, las esquirlas se lo dijeron, perforaron por su tímpano, desmenuzaron su cara como si fuera mermelada de frambuesa, penetró en su boca sesgando su lengua, una última esquirla decidió, de puro capricho, entrar en su retina y quedarse alojada allí.
Se sentó, de nuevo, en el banco del que se acababa de levantar, sacó la esquirla del ojo, sacudió la cabeza dejando salir sola a la del tímpano y, por último, escupió la que se había aventurado por su boca. La gente se acercaba, que si estaba bien, una pregunta curiosa para alguien que había perdido casi un litro de sangre.
Sacó su petaca, vertió todo el alcohol sobre su cara y sintió paz. Agradeció con un gesto hierático la preocupación, y siguió caminando. Se acabó eso de pararse demasiado tiempo en el banco. Tocaba reaccionar ante la vida, con la cara partida, el tímpano perforado, con una lengua magullada y medio ciego.
Nos gritos de la gente remitieron, su visión se torció, y se derrumbó diez pasos más allá del banco. Si pierdes tanta sangre, acabas cayendo.
Deambulaba, como sabréis, por la ciudad, cada día lo odiaba más, eso de estar sobrio no iba con él. Él era sus decisiones, en definitiva, sus desastres

martes, 17 de diciembre de 2013

Refugios de subsuelo

Volvía a salir del trabajo, otro día en el que el agotamiento era la tónica genial, no había más que suciedad para el minero, no había más que decir cuando todo escaseaba. 
Desde que en medio de la ciudad había aparecido una mina, la sociedad entera se había estructurado en torno a ella, una ciudad que había cumplido su ciclo-nacimiento, crecimiento y fin-se había convertido en una zona marginal, hasta que un edificio destruido dio pie al descubrimiento. Una veta de oro que llevó a que toda sociedad encontrase una razón para salir de la indigencia. Y para esa gente que sale de la indigencia se necesitan bares, y claro, siempre hay alguien que los construye.
Casi todos los comercios que habían surgido alrededor de la actividad minera no permitían a los trabajadores salir de su rutina, suciedad, oscuridad, escasa conversación... Dicen que una ciudad no lo es hasta que no tiene prostitutas, pues esta no llegaba a serlo, ni las putas querían ganar el dinero fácil y manchado de mineral, los obreros eran toscos, borrachos y pobres, pero es que los mineros, además de todo éso, estaban trastornados. 
La no-ciudad, a pesar de su vida interna, era un absoluto paréntesis, un continuo silencio sostenido en los aullidos de los lobos. Y es que, el bosque había entendido que no tenía vida, y tendrían que darle un poco de movimiento. Así, en las viviendas abandonadas comenzó a crecer vegetación, de los salones de la zona rica comenzaron a crecer cipreses, en las cocinas no faltaban matorrales y en los baños había surgido hasta una fauna que se denominaba autóctona. Con el bosque vinieron las jaurías. Todos los meses llegaban noticias de mineros desaparecidos después de una noche víspera de su día libre, al día siguiente los lobos aullaban diferente.
Los mineros de esa ciudad habían sido personas, incluso, ciudadanos, pero ya nada quedaba de ellos, no había inocencia en una ciudad sin niños. Todos se conocían, no llegaban a 1000 personas, pero producían mejor así, algunos eran presos fugados, otros padres de familia, otros gente que se aburría. Todos allí tenían dos cosas en común: Una historia que contar y la mina. 
Os hablaba de alguien al principio del texto, ¿os acordáis?, pues él también tenía una historia del pasado, pero nosotros no somos quiénes para juzgarle, así que os relataré cuánto aullaron esa noche los lobos.
Estaba borracho, y sólo, como todas las almas de aquel lugar, borracho rozándose por las esquinas que eran las únicas que sostenían su anodina existencia, así, acabó viendo el bosque. Se quedo mirándolo, pero pasados cinco minutos no sabía quién observaba a quién. De pronto, se sintió observado, paranoias de borracho. 
Se dio la vuelta y anduvo hacia su casa
A los tres pasos un niño se cruzó en su camino, no tendría más de cuatro años. Lloraba, no un llanto sonoro, sino un llanto triste, como todo en aquella ciudad, un llanto que paralizaba el espíritu, un llanto que parecía haber congelado las cuerdas bucales del niño. Se comenzó a acercar a él, entonces vio claramente que intentaba gritar, que su llanto era sordo, pero sencillamente estaba en otro plano, pues no dejaba de hacerlo, y tamaño empeño debería dejar algún sonido. 
Y sí, los lobos volvieron a aullar.
De pronto, la escena cambió, estaba delante de un cachorro de lobo, en un claro del bosque, donde se sentía igual de observado que antes. 
Una veintena de lobos se le aproximaba lentamente, unos tenían cicatrices en los ojos, otros mostraban patas rotas, pero todos coincidían en algo; estaban tremendamente sucios. 
Esa noche otro lobo aulló, dicen que es el animal más solitario, pero aquella noche, el hombre, demostrando que le gusta ir en contra de la naturaleza, demostró que siempre puede ser más que el bosque. Y el bosque, de nuevo avanzó sobre los humanos, mermando en uno más a los que escavaban sus entrañas y se llevaban su oro.
Ese oro era del bosque, y el cachorro no era más que los llantos que no se atrevían a tener en una ciudad sin inocencia.
Era luna llena, y su transformación no fue traumática, sencillamente, pasó a ser un lobo dentro de una manada desde un hombre dentro de un colectivo.





lunes, 25 de noviembre de 2013

Diversia

La agitación se movía por todas partes, sonaban los cañonazos, sonaban más alto que los corazones y no había vuelta atrás. Las revueltas habían ido tornándose cada vez más violentas, a los ciudadanos se les habían olvidado las razones, caminaban alienados en contra de algo que desconocían.
La chica corría, la cinta le recogía el pelo por encima de las orejas, todos estaban absolutamente locos, no podía dejar de esconderse, ya no sabía quién iba a asesinarla. 
Las escenas violentas recorrían abruptas por las callejuelas hechas para la paz, las calles empinadas llevaban riadas de sangre precedidas de muchedumbres despavoridas, de esas situaciones en las que solo queda correr, pero el miedo paraliza. Quizá la sociedad se había vuelto loca en un punto en el que ella se había perdido, quizá ella había perdido el norte en la anomalía social que consistía no revolucionarse. Pero es que ella sólo veía gente corriendo, delante o detrás de algo. 
No corrían por sus sueños, no corrían por su vida, corrían por encontrarse, corrían detrás de un enemigo común en lugar de por algo que les uniera. Luchaban por la muerte, se habían olvidado de la vida.
Estaban locos, el fervor les cegaba y ella lo empezaba a ver todo nublado. Una ciudad en la que se comían cosas diferentes, pero el postre siempre era pera

¿qué pasa aquí?
No puedo seguirles, debo seguir escondida, si me cogieran... 
De pronto, sentí que un grupo me rodeaba, habían hecho de las batas blancas su elemento de protesta social, imitando los modelos de pronunciamiento social pacífico del primer tercio de los años treinta, pero ellos no eran pacíficos. Empuñaban cuchillos en lugar de alzar pancartas, no se quejaban de nada, sencillamente agredían y golpeaban con absurda brutalidad... No era la primera vez que me rodeaban y me golpeaban, me obligaban a comer una droga y se rifaban quién me violaría primero. Pero hoy no me cogerían, como decía mi padre "No tengo el coño para ruidos". 
Les empujé y logré zafarme, tres no iban a pararme, pero de pronto encontré otro callejón sin salida, alguien se había hecho con el monopolio de las paredes, y llevaban ya unos meses apareciendo de la nada. Si, si, no estoy loca, más de una vez he ido caminando por la ciudad y me he encontrado, al girar una calle, con una pared blanca entre la cárcel de ladrillos que supone para mi. 
Me encontraba rodeada de nuevo, comenzaron a ponerse los puños americanos, uno de ellos sacó una navaja y me comenzaron a rodear. Hablaban en un idioma absolutamente ajeno al mío, quizá me había alejado demasiado de esa sociedad, quizá la culpa era mía por no ser una más. 
...
Pero ya es tarde para pensar en cómo lo habría solucionado. Ahora toca pelear, no me violaran más. Cerraré el puño, golpearé primero al de la derecha en la cara, después al de delante y saldré en el hueco que quede entre ellos y su desconcierto, el otro correrá a por mi y debo ser más rápida. 
...
Efectivamente, esa fue la mejor opción. Pude zafarme y salir corriendo, pero el estado puso una pared en mi camino, esta vez no fue como cuando caminaba por la ciudad, me la encontré en mi cara cuando menos me lo esperaba. Impacté directamente con la cabeza, sonó como un ¡pumb!, de pronto un pitido muy agudo inundó mi cerebro, empezó taladrando por el hipotálamo y lo que no consiguieron los tres revolucionarios de la bata lo consiguió esa pared, caí con la cara en el suelo, sentí como se partía mi nariz, cuando eso pasa, sencillamente empiezas a soltar lágrimas como si fueras idiota. La sangre no duele, pero huele y sabe, huele y sabe a metal, pero tiene un aroma tan profundo que no sabes si te has roto la boca o la nariz.
Noté cómo cogían mis brazo me los situaban en la espalda, me metían una pastilla en la boca y me obligaban a masticarla... 
Estaba asquerosa

viernes, 22 de noviembre de 2013

La muerte de la ciudad

No llovía, pero tenía la sudadera empapada, quizá fuese la humedad, quizá fuesen las lágrimas. El ambiente del día estaba cargado electricidad estática y no podían haber más razones para llorar.
Se situaba frente a una gran ciudad, se enfrentaba a una gran ciudad. La presión del ambiente pudo ponerla de rodillas, pero no iba a comer tierra. Sus puños se clavaron en el humus, la sudadera estaba manchada de barro, pero qué más daba, el alma también y nadie le decía nada. Y es que una camiseta puede oler mal, pero si no está sucia nadie se fija al menos que esté al lado, y es que un persona puede quedar muy bonita, pero apestar a podredumbre para el que meta las narices.
El pelo negro caía sobre sus hombros, no en forma de una larga melena, sino lo justo para que tapase las clavículas y se abriera en su cuello, lo justo para ocultar lo esencial de quien solo busca en la vista.
Notó, al mismo tiempo, la humedad de sus manos como la de sus mejillas, notó que sangraba por los ojos mientras la tierra lloraba entre sus dedos, mientras el mundo se moría en sus nudillos regado por las lágrimas de sus manos, el alma se le caía a los pies enrevesada en la sangre que producen los lacrimales. No era momento de llorar, no era momento de plantearse perder el rumbo, las lágrimas sólo iban a nublarle el camino en un día que amenazaba con ser lluvioso, las lágrimas no podían regar suelos fértiles y la sangre tiene demasiado hierro como para nutrir. Así que solamente le quedaba andar.
Miró al frente de nuevo y la ciudad le parecía igual de hostil, eso de que el tiempo soluciona las cosas era una mentira más, eso de que la vida da a cada uno lo que merece hace tiempo que le hizo tener muchos enemigos. Ya nunca más iba a tolerar la estupidez.
-¿Para qué voy? Ya nadie hay esperando
Y sin embargo se puso a andar una vez más, quizá la última.
No había razones para llorar, no era algo útil, y cada día de camino había alejado a la chica de sus sentimientos, ahora era práctica, o como le gustaba decir, pragmática de los sentimientos. Cada día se sentía menos perteneciente a algo, y eso le hacía pertenecerse a sí misma, ella lo consideraba bonito.
Entró en la ciudad, la hostilidad rodeaba a la chica, todos la miraban como a un bicho raro.
Se encontró, de súbito, con su inmediatez, y allí se derrumbó, murió por dentro, si es que se puede morir por dentro y seguir viva por fuera. Y sencillamente, se dejo morir delante de todas sus incoherencias.
Al fin y al cabo, morir era lo más pragmáticamente sentimental

sábado, 5 de octubre de 2013

Quizá

Y dicen que soy listo, que tengo muchas virtudes y un corazón muy grande, que soy el perfil de un intelectual, que tengo madera, que no suelo aceptar las barreras.
También soy mis dolores de cabeza, mis frustraciones y lo que nunca seré y que esperan que se. Que soy, también, madera quemada en la hoguera de mil sinsabores, que huele a incienso y nadie ha encendido la vela, que la boca me sabe más a desazón que a albricia.
Que quizá sentí tanto el fracaso que no me llegué a acostumbrar a éso de ganar, que qué es eso de ganar para alguien como yo, si nunca tuve ambición qué puedo esperar de mi, si mis sueños quedan lejos y siempre los entendí como algo que exclusivamente dependan de mi, ¿cómo voy a buscar tierra firme en el mar de mis quiebras de sentido?
Que se me revuelve el estómago de pensar en que cuando te sabe hundido entiende que también puedes cargar con sus problemas, que no tengo límite, pero mi límite quizá se quebró hace años y se llevó con él el timón y esté barco navega a una deriva ausente de lógica y con una bodega cargada de hiel.
Que ésto no es una oda a la tristeza, no os confunda, es un grito a la libertad, a cómo la concibo, a poder sentir dolor y entender que gritarlo es más estoico que callarlo, que no se me da bien llorar ni vivir entre mis pasiones. Que mis razones nunca fueron completas y que siempre hay alguien que intentará subyugar, que cuando entiendes la vida y su crecimiento como la subida sobre las cabezas de enemigos no cabes en mis cavilaciones.
Quizá es que no aprendí a odiar, sencillamente entendí la teoría y me dediqué a confiar en la bondad... Quizá es que fui gilipollas desde pequeño y a esos vicios es difícil ponerles solución.
Quizá sé más de fracasos que de semántica del éxito
Quizá, es que entiendo la historia como ruinas y no cómo victorias

domingo, 29 de septiembre de 2013

8 disparos

-Volvían a oírse los pasos de aquella estrecha ciudad.
Las calles se antojan demasiado estrechas cuando los hogares menguan y todo huele a mudanza.
¿Sabéis a qué me refiero? Si, a ése olor a cambio, yo sólo puedo identificarlo con el antipolillas, no sé, es cómo sacar una gabardina que nunca has usado y decir, "¡Está como nueva!"
Siempre he sostenido que los cambios suceden por algo y, sobre todo, estos cambios nunca son repentinos. Vienen, llaman a tu puerta, primero con los dedos, como un traqueteo muy ligero, después llega el timbre, después los nudillos. Pero la puerta al final se acaba abriendo, ya sea por voluntad propia o por el miedo que genera el tufillo con olor a muerte dentro de un piso con un cadáver. En ello radica el problema, mucha gente grita entre multitudes que les abran, pero en el piso habita un inquilino que no pertenece a lo que llamamos vivir, a lo que llamamos sentir.
El cambio depende del oído de la persona a la que le llega.
-Said seguía escuchando los pasos por la ciudad.
A unos les llega antes de que se piense en suceder, son los escépticos, sufren por algo que no tiene fundamentos, algo que acaba pasando por su vehemencia y porque no admiten equivocarse.
Algunos lo entienden cuando las señales le dicen que está ahí, que mire. Y mira. Éstos son los anticipados
Otros lo sienten un poco antes, se dejan llevar por los consejos de los "anticipados", éstos serían los adelantados.
Hay un grupo, mayoritario, que lo descubre un instante antes de que el camión les pase brutalmente por encima, suelen intentar encauzar las cosas, pero siempre mueren atropellados, antes o después. Éstos son los atropellados.
Y por último, están los que se dan cuenta cuando llegan a casa. Los relajados
-El joven llevaba una gabardina, su fajin azul destellaba cuando la cobertura de su cuerpo le dejaba hacerlo. Sabía que alguien le estaba siguiendo
En todos los casos ésos sujetos saben que pasa "algo", que hay "algo" cambiando, que "algo" va a desgraciar su paz, que "algo" va a alterar su existencia de un momento a otro
Otra diferencia es la resistencia al cambio
Hay quienes resisten de forma vehemente, hay quienes se dejan llevar, luego estamos los indiferentes, los que nos aferramos a que todo pasa por algo, que no por "algo".
-Esta vez nadie podía llamarle loco, escuchó perfectamente como amartillaban el percutor de un arma. Debía ser una pistola, posiblemente de esas automáticas de las películas
También hay una diferencia notoria en cómo se percibe el cambio, aquellos que lo perciben como algo negativo, se acaban recuperando pronto, luego los que lo toman como algo positivo, ésos son gilipollas, acaban sufriendo bien y pronto. Luego estamos los que pasamos.
Supongo que tiene que ver con la concepción de libertad existencial, los que percibimos que vivir conlleva ser libre en esencia, que son nuestras elecciones las que nos atan a nuestros sufrimientos. Que quien obedece no se equivoca, pero es que el ser humano es de por sí un error.
-"¿Quién coño será?"
También hay algo que considerar, y es que nada da más miedo que ser "esclavos" según la teoría no hay nada peor, pero la existencia humana se afana en perder el tiempo en dudas y elecciones, en lugar de ser felices con tomar decisiones. Es parte de la idiosincrasia humana. La estupidez crónica de la postmoderidad
-De pronto se escucharon 8 disparos, Said pensó que era el fin, que no saldría de ahí, se lanzó al suelo sintiendo el calor de las balas penetrando por su espalda. Sintió que todos los balazos impactaban en su cuerpo firmemente, que no tenían orificio de salida porque se habían aferrado firmemente a sus órganos internos.
Sin embargo, el eco de la calle le engañó, los balazos provenían de una casa, era una celebración, ningún balazo le impactó. Su pulso estaba acelerado, no tenía nada que temer, la vida iba genial, carecía de gente a la que importase lo suficiente como para que quisiera matarlo.
Se levantó, se quito el barro de la gabardina y prosiguió.
-Nada puede pararme
Y le atropelló un camión
A veces los miedos reales son a los que no prestamos atención y disfrutamos de las quimeras de una existencia diáfana.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Somos los dueños de la mediocridad

"No te compadezcas nunca de ti mismo, éso sólo lo hacen los mediocres" Tokyo Blues, Haruki Murakami

Estaba frente a esas dos personas de nuevo, era el mismo autobus de las 6:30, volvía a ejecutar su trayecto, no cejaba en sus empeños de como dar cauce a su vida, volvía a estar demasiado sobrio y odiaba esa sensación de angustia que da la realidad. Hacía tiempo que no era ni la mitad de él mismo sin colocarse de speed.
La coca había pasado a ser un juego de niños un par de años atrás, le enganchaba, pero no fue tan duro dejar el caballo como le habían dicho. "Si entras en ese círculo no saldrás", pero bueno, había demostrado que podía, sencillamente era un pasatiempo más.
El speed no le llenaba, ya no sabía diferenciar sus momentos de lucidez que sus momentos de ebriedad absoluta. La meta no le daba lo que necesitaba, y el peyote pareció ser su clave, pero no se conseguía demasiado coloque como para olvidar que su vida carecía de sentido.
Volvía a coger ese autobús, volvía a estar sobrio, odiaba esa sensación. La ebriedad anulaba su responsabilidad, la ebriedad era la que le alejaba de la dura carga de hacerse dueño de sus actos.
Frente a él dos caras que habían visto todos sus resacas durante los años que llevaba cogiendo ese autobús hacía la oficina. Frente a él esas dos caras familiares que nunca habían intercambiado palabras. A su lado el sol empezaba a mostrarse tímidamente, como el primer desnudo integral de una actriz porno, como un niño en su primer día de universidad.
Los ojos se le cerraban, no iba a pasar nada por dormir un rato, el sol le despertaría cuando faltase poco trayecto.

Otra vez volvía a sentarse de espaldas al rumbo que tenía que tomar, de nuevo a su lado olían a alcohol y lo camuflaban con gafas de sol y una mueca de hostilidad, otro día nuevo en la vida de la hippie que esperaba instrucciones en la ONG, ya ni los cafés muy cargados cambiaban su semblante. Demasiados años desperdiciados en una causa que sólo a ella había importado, definitivamente cambiar el mundo era para gente joven, no para una señora de 32 años.
Su cara estaba demacrada, el desengaño en sus creencias ecologistas había dejado de tener la importancia que tiene un sueldo fijo y que su ex marido pagase la manutención de sus pequeños. La ropa solo era una coraza, las rastas eran de quita y pon, pero para los nuevas generaciones que estaban destinadas a encadenarse en árboles y en remover conciencias era toda una institución. "Una tía íntegra con los problemas que nos atañen", no tenían ni puta idea de lo anodina que resulta la vida de un oficinista a las 6:46 de la mañana. Cuando aún nadie ha encendido las luces, las aceras están cerradas y las tiendas no tienen pensado madrugar
El señor trajeado frente a ella se había quedado dormido de nuevo, los espasmos le sacudían el cuerpo brutalmente. Los años le habían enseñado a no preocuparse por los espasmos de un desconocido, quizás cuando era una cría le habría preguntado si se encontraba bien, pero ahora tenía sus propios problemas.
Pasó de sus espasmos y se puso a mirar cómo el sol se preparaba para un Otoño que no se atrevía a serlo.

De nuevo comenzaba el día del joven obrero, no poseía ningún tipo de conciencia, no le importaba el traje del hombre a su lado ni las rastas de la mujer que tenía frente a él. "Quizá antes estaba buena", se llevaba diciendo años y años, pero era demasiado vieja para él.
Era lunes y le alegraba ver a ese insigne drogadicto vestido de señor y a esa actriz de una vida que dejó de ser la suya. ¿Él qué iba a saber?, mejor dicho, ¿a él qué le importaba?
Los ladrillos no iban a ponerse solos, las carretillas tenían que llenarse y los compañeros no eran excesivamente solidarios con el chaval. Le daba igual, algún día saldría de ahí.
No perdía vista de la ventana, los espasmos del hombre de su lado empezaban a tornarse demasiado violentos, éso le estaba dando malas vibraciones, decidió bajar un poco antes de su destino y caminar, no quería parecer descortés si se despertaba en uno de esos espasmos y le veía en otro asiento. El señor nunca le había dicho ni hola, no se conocían, pero siempre hay que contentar las apariencias, aunque engañen, aunque no sepan de fidelidad.
Se bajó del autobús, se ajustó la mochila al hombro mientras el día acababa de empezar frente a sus ojos

Somos presa de nuestra libertad
Somos, en definitiva, presos de nuestros ensimismamientos.
Sólo somos dueños de nuestra mediocridad

domingo, 18 de agosto de 2013

Esta vez fue Roma

Reía, saltaba, gritaba y se rodeaba de albricias. Pero empezó a llover sobre Campania, otra vez.
Todos andaban en un día normal, los terremotos eran constantes últimamente, y nadie parecía darles importancia, cosas de dioses.
Era de día de nuevo, los quehaceres se multiplicaban en la villa, por alguna extraña razón no llegaban los carros de Pompeya, pero para qué sospechar, cualquier tipo de contratiempo puede pasar. Sin embargo al tercer día lo único que avanzaba inexorable hacia ellos era una enorme nube negra.
La imperturbabilidad caracterizaba a la pequeña aldea, no era la primera tormenta que tendrían, los animales se comportaban de manera errante, pero bueno, son animales.
Era un día de viento terrible, azotaba los toldos y levantaba la arena de los caminos con caprichosos tornados. La nube comenzó a avanzar con una enorme potencia y a mediodía amenazaba con situarse sobre ellos.
Sonreían, caminaban, hablaban con calma y las noticias comenzaban a no parecer tan propicias.
La cosecha estaba tornándose de un extraño color grisáceo, pero tampoco se podía elegir mucho lo que comer en el sur de Nápoles, ellos no, poco podía elegir quien tiene la condición de campesino en aquel preciso momento.
Se acercaba la noche, o eso suponían, porque hacía un par de horas que el sol había quedado oculto tras la nube gris, el viento continuaba y había pequeños túmulos de polvo que inundaban el ambiente. Parecía lluvia, pero se pegaba al cuerpo y no provocaba una sensación agradable.
Los ancianos comenzaron a toser de una manera muy copiosa, los niños comenzaron a sentirse mal, la inocencia iba a terminar de un segundo a otro, había muchos campesinos que habían sido legionarios, pero no podían luchar contra el avance de una nube. La legión romana no era tan poderosa como para luchar contra eso.
Tosían, corrían a sus hogares, la villa quedó en silencio.
Era un pueblo fantasma, el polvo estaba sobre los techos de las precarias construcciones, las cosechas estaban prácticamente calcinadas y poco quedaba que decir entre el miedo a salir a la calle. Muchos cogieron sus mulas y huyeron en dirección contraria a la nube, otros, los que más, se quedaron, sólo tenían lo que les daba la tierra.
Sabían que morirían, los que habían huido se lo habían dicho, pero se negaban a abandonar el pueblo, ¡era su pueblo! ¿cómo iban a dejar que una nube se lo arrebatase?
Al final la nube no se llevó el pueblo, pero si sesgo vidas, todas las que quisieron morir resistiendo. Resistiendo a algo que les quedaba grande, con lo que no podían guerrear.
Y así es la fuerza de la naturaleza y la prepotencia del ser humano, que sabiéndose mortal, lucha contra los elementos.

viernes, 16 de agosto de 2013

El General

El ceño fruncido era la única seña de identidad dentro de aquella habitación. Todos los señores miraban a El General, él estaba sentado sobre sus rodillas, con el mango de su espada sujetando su barbilla, el rostro se movía exclusivamente por su nariz y su entrecejo.
Todos los demás estaban alrededor de la escena, confiaban en su decisión, la guerra empezaría cuando el general gustase de ello, los demás señores sabían que estaban allí para morir antes o después, la vida era eso en definitiva, su religiosidad así se lo decía.
El General pasó una temporada pensando que la vida de miles de guerreros dependía de sus órdenes, pero realmente ellos iban a morir de todos modos, la pobreza a la que les había llevado el rey no les dejaba elección, si no era la espada enemiga, era su propio estómago devorándose. Lo sabía y lo entendía, todos los que allí estaban habían surgido de otra forma, pero él no, por ello tenía la potestad del tiempo. Se sentía un mago, no elegía la muerte de sus subordinados, pero si cuándo llegaría. Él era el único que sabía que aquello era un ataque suicida, quizá por eso tenía que saber mentir mejor que ningún otro.
Los rostros impertérritos de sus hombres de confianza le mostraban la fe ciega en la que estaban imbuidos, eso le daba cierta confianza, su rostro no iba a cambiar mucho cuando estuvieran muertos. Pero, ¿y los soldados que iban a buscar gloria en el ejército?  En ese caso se lo merecían, la prepotencia se paga en la jerarquía.
El General estaba brutalmente aburrido, desenvainó la espada y bramó en persa, "¡A por ellos!"
Las barbas de los señores de la sala se agitaron y bramaron al unísono con sus espadas en alto.
Entonces, el general dijo en voz baja y en un idioma distinto
-Valiente panda de subnormales
Salió fuera y vio la inmensidad de su ejército, todo perfectamente cuadriculado, al contrario que él y su caos continuo. Todos los soldados parecían gritar al unísono, ahora bien, si gritaban "tengo hambre", "matemos a esos cabrones" o "Dios mío, ¿por qué nos has abandonado?" no se iba a entender, tampoco lo que gritasen sería fruto de su libertad, sino de la esclavitud social, de esa coyuntura que les hacía tener un alma en llamas, ¿por qué peleaban? No lo sabían, ¿por quién morían? nunca lo conocerían, ¿y si los enemigos tenían razón? qué más daba.
Las antorchas comenzaron a prender por todo el campamento, uno de cada diez las llevaba, habría cerca de 10000 fuegos encendidos de manera caótica. Éso le gustaba, no quería el ejército inflexible que le habían dado... Quería soldados hechos de pasiones, soldados humanos, humanos pasionales. Soldados que gritan de dolor, que odian y que aman, soldados que luchan porque el reloj de El General fallase a la hora de elegir su muerte. Quería, El General, almas, un lugar privilegiado en el infierno donde van los sádicos, seguramente en uno de los círculos más profundos.
Y comenzaron a marchar, El General lo veía de una manera diferente a cuando estaba en la tienda, veía que su ejército ya casi había vencido. Decidió comandarlo, vio a los jóvenes con más ganas, todos ellos jóvenes imberbes, y decidió apoyarles simbólicamente, mientras cabalgaban se afeitó la barba con su machete, y lo mismo hicieron numerosos señores, menos los judios, ellos tenían otra forma de verlo.
Llegaron al claro y lucharon, lucharon con toda su alma, dieron el todo por el todo, lucharon como nunca, perdieron como esperaba El General.
Fue el último en ser derribado, era verdaderamente valiente y aguantó casi tres horas peleando con un pequeño grupúsculo de esos jóvenes imbuidos de alma. Los señores fueron los primeros en caer. Cuando fue derribado, cinco espadas se clavaron en su pecho, y su cara quedó frente a los estertores de uno de esos jóvenes.
-General, hemos perdido
-Que va, chiquillo. Hemos ganado
Un intento de carcajada llevó al joven vomitar sangre a borbotones, lo cual resultó gracioso a El General que sufrió lo mismo
-¿Cómo puede decir eso?
-No me trates de usted, vas, vas a morir, no podré castigarte por tus faltas de respeto.
-Vale...
-No te mueras si quieres saber el porqué
-Diga..
-Pues hemos luchado como hombres, obligados por las circunstancias, estamos muriendo como hombres. Nos han demostrado que somos hombres.
-No te entiendo
-Vamos a morir, y allí nos dirán que tenemos alma. La mía está podrida, pero la tuya... Tendrá todas las vírgenes que dicen esos musulmanes.
El joven volvió a reír con el mismo resultado
-Vamos a morir, y nunca nos deberemos a la coyuntura
-No vamos a morir, señor, ésto es un sueño.
-Qué dices chico...
-No nos deje morir
El General se resbaló de la empuñadura de su arma y se dio cuenta de la cabezada.
Recordaba el sueño de una manera perfecta, recordaba los sufrimientos de las armas sobre su pecho, la muerte de inocentes y al joven dando su último aliento frente a él, rogándole que no volviera a hacerlo.
El General se levantó con aire decidido, totalmente enajenado por su sueño, tanto que arruinó lo imperturbable de los señores. Temían sus prontos, estaba bastante ido.
-¡A por ellos!
El bramido recobró fuerza y la estupidez murió de nuevo con él.


jueves, 1 de agosto de 2013

Yo soy mis delirios

-Ven, seamos libertad, ven, ser consciente y seamos enemigos en esa guerra de sinsentidos, sal de ti, pero allá no esperes encontrarte. Sal de lo que eres, sal de ti, pero allí volverás a ser errante, ven, sal de ti... Pero no olvides, que el peso de las elecciones no deja de ser limitado por cuanto aguante tu columna. ¿Para qué te complicas? No te formularé un para quién, pues ni tú sabes dónde estás. Venga, sé que sueno a mofa, pero soy la voz atronadora de una noche de Agosto, ya sabes, aquí todo suena más alto. Cuídate, imbécil, preso de tu libertad.
-No hables, ahora no, no me quiero ser protagonista de mi historia, la vida se vive mejor desde la barrera y hoy vuelve a ser día para no elegir, vuelve a dar luz en la dulzura de mis propios sinsentidos.
-No te entiendes
-¿Quién ve algo en medio de la niebla? ¿quién parará quieto en medio de una tormenta? ¿quién busca su coherencia en el caos de sus sinsentidos?
-Tampoco respondes
-Si no hay contundencia sentimental tampoco habrá respuesta
-Sigues...
-Ya,ya, pero, ¿dónde me encuentro?
-Bufff... ¿quién sabe?
-Tú lo deberías saber
-¿Has usado google maps?
-¿La app sentimental?
-Sabes dónde están tus sentimientos, pero no quién eres
-Los ermitaños no nos entendemos
-Tú ya no sabes serlo
-Tampoco quiero
-Entonces, ¿por qué lo mencionas?
-No sé ni con quien estoy hablando, ¿cómo iba a tener coherencia?
-Cierra los ojos
-Entonces no podre leerte
-Mmmmm, abre el alma
-¿Éso cómo se hace?
-Tío, sólo soy tu subconsciente
-Pero ahora deberías hacer un monólogo efectista que me de nuevas preguntas
-Ufff...
-...
-Quién eres es una pregunta absurda de base... Cada día serás más Viejo y menos Joven, ambos serán Isra, pero no serán el mismo, cada cual tiene sus intereses, y tú tienes que buscar entre ellos. Ojo, no lo que quieres, eso no depende del todo de ti, es más, no depende una mierda de ti. Pero es mejor así, siempre te arrepientes de tus decisiones y vienes a darme por culo, sabes que soy tú, y lo que te gusta dormir.
-¿Qué quieres decir?
-Que eres tu peor enemigo, o al menos así te consideras, dices que siempre te equivocas en tus decisiones, tienes vértigo a ser libre, pero no hay decisiones equivocadas, sencillamente ideas inacabadas.
-Éso quiere decir que...
-Ah, cállate, siempre que usas esa expresión es que no tienes ni puta idea de lo que hablo. Significa, sencillamente, que cuando consigas ser consecuente, ser contundente y coherente, entenderás que la vida no es un paso del tiempo, no es una contrarreloj, no es un pesar... La vida no debe pesarte, la vida no es amarga... La vida es el mejor zumo que puedes hacer. Así que coge el exprimidor, fúmate las hebras y bebe del cartón a morro. Baila desnudo, canta en la ducha y fuera de ella... Sobre todo, el truco está en apreciarse, no quererte, eso es demasiado y lo dejaremos para más adelante. Pero recuerda ésto, todos podemos volar, la cuestión está en saber coger cariño al aire.
-¿Vuelves a estar borracho subconsciente?
-Por tu culpa, vuelves a embriagarme. No vas a poder acallar este lado

martes, 30 de julio de 2013

Absalón

¿Alguna vez habéis escuchado la historia de Absalón?
Un hombre que por defender el honor de su hermana acaba en guerra con su propio padre. Un hombre, con sus defectos humanos, con sus fallos y sus problemas. Sus ansías, sus vicios y sus virtudes hechas defectos.
Absalón mató a su hermanastro, tras que él, heredero del trono de David, violase a su hermana. Sin embargo, en lugar de encarar la culpa y la explicación de lo que había hecho, antes de ser juzgado por las pretensiones al trono y acusado de fraticidio, decidió huir, montar su ejército y menoscabar la autoridad de su padre. La prepotencia le cegó y lleno de expectativas lanzó a sus tropas contra las de David, sus ansías le hicieron olvidar que un ejército recién creado no podía desafiar a un estado. Sería su melena cuidada, algo que es criticado durante todo el pasaje por el enorme culto al cuerpo que tenía este hombrecillo, la que le llevase a una muerte horrible, unas zarzas enredaron su pelo y fue brutalmente lanceado por el general de David. El rey sufrió mucho, pues por intentar dar el castigo por el asesinato de su hijo perdió a dos, la credibilidad de un pueblo y el amor de una hija.
La historia quedaría ahí, la Biblia habla de los lamentos de David ante la culpabilidad, los intentos por rectificar en la orden de que den muerte a su hijo, la lastima cuando se entera de esa muerte, pero nada más allá.
Ahora viene la reflexión
Cualquiera puede decir, eso es muy exagerado, ahora las cosas son diferentes, a nadie se le va la cabeza así.
Pero... Acaso no pensamos muchas veces, "ojalá fuesen las cosas de otra forma y no tuviera que hacerte ésto a ti, a ti no... No quiero, pero debo", sin embargo ¿debes? ¿a quién? ¿a tu orgullo?
La frase de Slipknot en "Snuff" lo define, "i only wish you weren't my friend then i could hurt you in the end", sin embargo somos presas inexcusables, ya no sólo de lo que hacemos o decimos, si no de los miles de defectos que van condicionando cada pequeño detalle hasta conjugar una realidad que es la única que ellos nos dejan ver y vivir. Somos presas de nosotros mismos, no podemos calificar las elecciones como fallo o acierto, no, la vida no es un test multirrespuesta, la ambigüedad de nuestra vida es la que tiñe las mañanas de gris y las tardes de azul.
¡Bendita libertad! ¿no?, realmente, ¿os creéis libres? Ya no políticamente, no va por ahí, ¿pensáis, de veras, que tenéis algo que decir en lo que decidís? ¿Tuvo David elección a la hora de ordenar que se ejecutase a su hijo y sus seguidores obcecados en la victoria justa? ¿tuvo elección Absalón a la hora de defender el honor de su hermana vejada?
Ojalá hubiera otra manera, ojalá pudiera ser como yo quiero... Pero no somos libres por una sencilla razón, porque pensad esto, si no podéis soportar la culpabilidad y intentáis escurrir los más nimios problemas al más cercano... ¿qué haríais si tuvieseis en vuestras manos la vida de todo lo que os rodea?. ¿Podrías soportar que una pequeña decisión como salir a la calle o no acarrease la vida de otra persona?.
Sin embargo, cada vez que hacemos algo damos ejemplo a alguien, influenciamos una vida sin saberlo. Curioso, ¿no?. No tenemos poder sobre las cosas más importantes de nuestra vida, pero influimos brutalmente, de manera decisoria en las cercanas, sin saberlo, sin pensarlo, ¿sin quererlo?

sábado, 20 de julio de 2013

Quid pro qué?

¡Boom! 
Así suenan las explosiones que emitimos en cantidades brutales cada segundo, hace poco me dijeron que yo emito demasiadas, no es un farol, se llama Policitemia, me dijeron que respiro demasiado y mal, que más me vale aprender, pero bueno, ¿qué tendrá ésto que ver con Pensamientos, lágrimas y sonrisas? Pues que cinco personas seguidas me han dicho que pienso demasiado, ¿tendrá algo que ver?, no lo creo, aunque si no fuese así, ¿iniciaría una entrada de blog así?. Quién sabe.
Debo romper una lanza a mi favor, nunca me fue bien actuando, dejándome fluir siempre he acabado en el mar, y vive Dios que odio la playa. El agua salada, la arena, el sol... No sé, sólo me trae salpullidos mentales. También está feo eso de que te vean feliz, siempre hay alguien a quien no le gustará e intentará hacerte partícipe de su "realismo", pero es que nadie se da cuenta de la locura no radica en luchar por tus sueños, sino en vivir una eterna búsqueda de la depresión y la tristeza. Hace poco leí un estudio que versaba sobre la rudeza y los caracteres depresivos en el hombre resultan más atractivos que los felices, sin embargo nos vendrían a atraer los individuos más vitalistas... Bueno, me temo remando solo en mi laguna Estigia mientras sonrío y canturreo.
Que me llamen loco los cuerdos, que me griten insultos por la calle cuando me sonría de los piropos... Pero desde que descubrí que el secreto de la felicidad lo llevamos tatuado dentro no dejo de darle vueltas a mi piel. Que si de la forma más tonta te caen golpes aprende a ser inmune, si no te has abierto las venas todavía es que sobran motivos para seguir adelante , y esos motivos los tienes mirándote al espejo y diciendo "Olé tú!" independientemente de esos kilitos que sobran, de ese pelo que cada vez va siendo menos y esa barba cada día menos controlada. 
Siempre hay motivos para alegrarte el día, quien no te los de sólo merma tu energía, piensa, ¿tienes tiempo para perderlo? Quien no te da la compatibilidad anímica que precisas... ¿qué hace en tu vida?. El cariño está muy bien, pero no te va a salvar la vida. El amor puede llenarte, pero... Eres tú el único que tendrá la obligación de aguantarte el resto de tu vida, ¿vas a rodearte de amarguras? ¿no tienes suficientes con partirte la cara con las tuyas? 
Canta, baila, vive, enamora, cae enamorado, llora, pero siempre de alegría o de empatía cultural, no te dejes consumir... La vida al fin y al cabo es una vela, no nos queda demasiada cera, nunca hay demasiada vida que vivir.
Siempre me ha gustado poner nombre a los sentimientos, eso de que es mejor sin etiquetas es una sencilla excusa de quien no se atreve a sentir, poner demasiadas es otro defecto, llámalo falta de autoestima o hipoglucemia. 

jueves, 11 de julio de 2013

Charada

Volvía a llover en el 1 de Noviembre, otro Día de Todos los Santos amargado por la lluvia, no era un buen negocio para los floristas, no era un buen día para quienes visitaban a sus muertos y las calaveras de caramelo vendidas en los locales más trendy no iban a hacer negocio este año, el gusto por lo mainstream se había tornado grotesco.
Sin embargo siempre hay algún loco de las tradiciones que visita esos lugares, la lluvia tan solo es coyuntural y algunas cosas no pueden esperar, los seres humanos toman rutinas, algunos las llaman ritos, otros las califican de hábitos, otros, adalides de la verdad suprema más entrecomillada lo llaman errores o vicios.
Un padre estaba colocando rosas rojas sobre una tumba, el hijo no entendía nada, solo a su padre poniendo flores sobre un trozo de piedra, un trozo de piedra al que su familia hacían llamar "abuelo", pero el pequeño no conocía a ese tal abuelo. Y es que cuando mueres, solo puedes ser recuerdo de quien te busque un hueco, no de quien no te ha hecho recuerdo.
El hijo tenía escasos 13 años, sostenía un paraguas azul celeste, sus botas azul eléctrico desentonaban con el color grisáceo que abundaba en aquel pequeño lugar, los ojos eran de un extraño color gris y su pelo absolutamente negro. Miraba como un pasmarote hacia el bosque de nichos, nada le decían, eran piedra muerta y sólo eso albergaban.
De la nada pareció salir aquella gabardina, aquel sombrero que ocultaba la melena blanquecina y hasta los ojos de una figura masculina delatada por su frondosa barba. Sorprendentemente alto, taciturno y cabizbajo, tanto que parecía coronar su cuerpo con una pronunciada joroba. La túnica del hombre era la antítesis de las botas del niño, su gabardina debía haber sido ideada para misiones de camuflaje en cementerios. Al pequeño se le antojó que sobre el señor llovia mucho más que en el resto del cementerio. De pronto, el rostro se giro hacia el niño, clavando unas gafas semicirculares sobre sus ojos aguamarina, una mirada que atravesó los cien metros que les separaban. La apatía del joven se tornó tristeza, angustia, dolor y espanto, sensanciones tan fuertes que le estremecían al principio. Ese estremecimiento pasó a ser un fuerte pinchazo en el pecho, una explosión en su tímpano y unas fuertes náuseas que le hicieron doblarse de dolor. El padre seguía demasiado ocupado en satisfacer su sentimiento de culpa, sus propias penas pasadas, sentimientos fuertes que le impedían hacerse cargo de su presente. El pequeño intentaba gritar y dar orden al caos de este texto, sin embargo nada salía de su boca. Volvió a mirar en búsqueda de la gabardina y ya no estaba. Habría sido fruto de su imaginación.
No, esa presencia era demasiado fuerte como para hacerse invisible, menos aún cuando giras tu cabeza exactamente 48 grados y está a menos de diez centímetros, escrudiñando tu parálisis, buscando en tu corazón y agitando tu apatía.
-¿Puedes verme?
El niño sólo asintió
-Ven, ten enseñaré algo que sólo yo puedo ver.
La conciencia del niño se desvanecía lentamente, entre los gritos de su padre diciendo su nombre, entre la angustia de sus sollozos diciendo "hijo, hijo, despierta".
La vida de un hombre que dejaba su sombrero pasa rápido, vivía en la rutina, en sus hábitos y en sus gustos, nada quería cambiar en su idílica y milimétrica existencia. Su mujer, sus cinco hijos, su trabajo y su timba de mus.
El hombre le miró después de enseñarle los aspectos más intimos de su vida en color sepia, su primera comunión vestido de blanco y negros, su primera meta buscando ser arquitecto, su primer beso, su primer enamoramiento, su primera relación sexual, su graduación en la facultad de medicina como todos esperaban, su mujer no deseada, sus hijos por cumplir, su vida yéndose a la basura, su primer paciente muerto, su esposa en una depresión de la que sus estudios no podían sacarla, la drogadicción de sus dos hijos mayores... Su muerte, solo, su muerte, mucho antes de morir.
-Ve y vive, pues en mi lápida no se contará mi historia, sal y sonríe, que la ceniza de mis huesos no volverá a caminar, que ya morí en vida, que el cementerio es para quienes nadie recordarán en cien años.
El pequeño fue abriendo los ojos, el rostro de su padre se fue configurando según recuperaba la conciencia. Vio en ese momento la mella que había causado en el rostro del abogado todos los excesos que nunca se atrevería a confesar.

lunes, 3 de junio de 2013

Fango y Viento

Cuando el viento te zarandea,el fango te atrapa,cuando el aire está seco y el barro agrietado...Cuando el agua pasa a ser tormenta de arena... ¿Es qué nadie ha tenido en cuenta el quinto estado de la materia?
Deja que suene una melodía de fondo,  que las angustias sencillamente subyacen, las dicotomias saben embargar y las tesituras suelen buscar el papel de solista.
Que andar por un descampado pronto se torna en cuatro centímetros de barro en tus zapatillas, que el césped es bonito, pero crece del humus, el humus es bacteria y la bacteria te consume. ¿qué hacer con lo que te consume? ¿eliminarlo o adherirlo? No sólo de pan vive el hombre, pero la levadura es necesaria para construir palacios.
Que hablamos de héroes y villanos, pero hasta los estereotipos fallan y hasta el cagar lo hemos hecho subjetivo. Que en las dudas subyacen las verdades, que agua pasada no mueve molinos, pero el río sigue sonando.
Que ojalá no fuese analítico, que ojalá hubiera sabido leer un simple No, que las florituras las dejamos para quien las compre, pero que cuando derribas edificios no uses los cimientos para construir un centro comercial, lo profundo de algo llamado hogar no sirve para la banalización de la superficialidad estética.
No nos engañemos, nos escondemos bajo capas de ética, moral y estética, pero dentro de todos existe un corazón de barro, de fango, y creedme, no he tocado nada que se parezca más a la mierda que el sentimentalismo del corazón.
Que tener balas en la recámara nunca ha sido un argumento suficiente para Disney, que la dinamita explota aunque William Walker diga lo contrario, que no hay positivismo suficientemente fuerte que permita desactivar bombas atómicas.
Espero que el tiempo perdone todo lo que escondo, espero que el karma me indulte el daño y que tu disculpes lo que callan mis verdades.
Que la vida calle un rato las consciencias perdidas, que el sinsentido no ahonde muy fuerte las ausencias del sentir y ser, que la luz no brille cuando respire calma.
Que ese cigarrillo se consuma en el alfeizar, que a este último invita el viento
Que esa cerveza se caiga en la tierra y nutra a un hombre de barro.
Que una tormenta de arena moldee con tierra y aire lo que significa ser un muñeco de fango con extracto de alga nori.
Espero que el viento no tambalee mis decisiones y que el barro me seque los pies en algún lugar donde poder aliviar la sed. Porque si cuando no dejas de beber, la vida te da sed, es por la sencilla razón de que estás lejos de casa y es hora de volver

martes, 7 de mayo de 2013

Selvas

Dime que son susurros, que no llegan a cimas, que la nieve aún está fría y que esta noche no tenemos prisa porque nos abrumen los sueños. Que dejamos las esperanzas en un cajón donde nadie las toque, y que eso del amor lo dejamos para los que tengan tiempo, que a nosotros nos sobra sensibilidad y nos gusta decir que olvidamos a sentir, pero el pecho cada día pesa más y la gente ha empezado a bailar. Bailan en el sinsentido de que se mueva todo demasiado rápido, no son conscientes de la decadencia, del sinsentido y de las faltas de gusto.
Llegaba el verano a la comunidad, una pequeña tribu del sureste colombiano, la selva les cubría, las montañas y su nieve ponían pelo canoso a la sonrisa del sol por las mañanas, las cordilleras marcaban la firmeza, las alpacas miraban sospechosas, los guanacos gritaban, las llamas escupían... Los indios lo veían todo normal.
Entre ellos se encontraba un pequeño con aires de héroe, un pequeño que no era considerado hombre, un pequeño que moriría dentro del absurdo, pero quien hable del destino a quien no tiene presente es que no sabe de que hablamos con empatía.
La gente piensa en estas comunidades como gente que esta haciendo sacrificios, comiendo coca, cazando, cazando, cazando, comiendo, cazando, drogándose... Pero no, amamantan a sus hijos, edifican hogares, cultivan sus tierras, dan de comer a sus animales, castigan a sus hijos... No se debe hablar de tolerancia si se busca ejercer un discurso de igualdad, su vida pasaba, y ellos eran felices mientras tuvieran donde pacer. Nada necesita quien tiene amor, nada llena un corazón completo, nada le importa compartir a quien tiene paz. Sin embargo, la paz se perturba mucho más rápido, la felicidad es más volátil y los sueños se suelen poner demasiado arriba.
Era muy de mañana, se estaban haciendo ofrendas al sol, se estaba acercando la época del calor y tocaba pedir caridad, algo perturbaba al bosque, seña clara de una época poco tranquila. Los animales se dejaban ver menos, los árboles producían menos resinas y el suelo estaba más agrietado que nunca. El chaman llevaba meses diciendo que vendrían malas temporadas, pero cada vez le escuchaban menos, el nuevo viejo le daba demasiado a las plantas fermentadas y mascaba más de lo necesario. Mala mezcla, le habían visto volver de la selva profunda dando tumbos, decía que los espíritus le habían enseñado al invasor, que les iban a matar sin tregua, que nada frenaría su miedo hasta que hubieran muerto.
Esa mañana muy de mañana, demasiado de mañana los gritos del chaman despertaron a toda la comunidad, entre convulsiones decía que había llegado el momento, que nada quedaba por hacer, que su ingesta era fruto del fracaso, que poco tenía que ver el fermento en su estado, que eso era sencillamente para olvidar que les había fallado. Un lo siento firmó su silencio y de pronto un estruendo extendió el miedo. Los presentes acababan de entender una lección: nunca desprecies la tradición, nunca subestimes los augurios de un chaman.
El estruendo se parecía a las conquistas del hombre blanco que habían traído de las comunidades hermanas de la selva, habían huido y temían nuevos ataques, huían al oeste, a las montañas... Pobres diablos, no sabían lo que les esperaba. Esto había sucedido hacía tanto que muchos no lo recordaban, el joven héroe del principio si, su padre se lo había dicho, se había adentrado a la selva y no había vuelto... Algo malo pasaba, y seguramente fuesen los invasores.
El joven salió armado de su cabaña, dispuesto a luchar contra lo que fuese.
La tierra empezó a temblar, las montañas se agitaban. El Abuelo Dormido, la montaña más cercana empezó a agitarse, retorciéndose, como sufriendo, comenzó a soltar humo, comenzó a lanzar fuego, las piedras explotaron demasiado pronto. La comunidad intentó huir, sólo lo intentó.


viernes, 26 de abril de 2013

Carta entre Ardilla y Tortuga I: El bosque eclipsado

Cuando las lágrimas colapsan un corazón, cuando los gritos encharcan un alma, cuando tú mismo eres el mejor sitio para huir, cuando los terroristas sentimentales tratan de dar coherencia a tu forma de vida... Cuando la música suena demasiado alto y tú sólo necesitas pensar...
Que si no hay mejor sonido que tus te quiero contra mi pecho, ¿por qué nos empeñamos en poner silencio de banda sonora?. ¿Y si nos inmolamos sonriendo mientras los demás silban alegres porque ha llegado la Primavera? ¿Y si no nos gusta la claridad y lo sombrío se hace un lugar tranquilo donde dormir y acallar las culpas que nunca supimos tener como propias?
 Pero bueno, rompamos el cliché de que los escritores deben escribir a su tristeza para estar contentos, no, hoy toca escribir de cuando fuimos felices, estás serán las batallitas que contemos cuando seamos viejos: "Oye niño, ¿tú sabes que fui feliz, y que ahora no lo soy?
Hoy nos toca arder bajo el sol, hoy nos congelaran las miradas, hoy esos ojos me hacen especialmente vulnerable. Entonces llega la hora de pensar una fábula que lo ilustre:
Hubo una vez, antes de que los corazones se eclipsaran en este eterno Apocalipsis del sentimiento, un bosque enteramente feliz, todo era albricia y las victorias se contaban en achuchones, las derrotas se arreglaban con lacasitos, y las discusiones siempre acababan en besos. Cuando hacía sol nadie se quemaba, cuando hacía frío nunca llegaba a notarse, cuando llovía no te calaba el alma.
Tortuga se acercó a Ardilla, en uno de esos pequeños ratos, en uno de esos ratos que quedan muertos en vida.
-¿Qué tal vas Doña Ardilla?
-¡Oh! Llena de contentez, ¿y vos?
-Buscando un sitio donde establecer los caparazones de tortugas vivientes, que por aquí abunda felicidad, se vive bien, y yo necesito paz
-La encontrarás aquí, casi siempre estamos bien.
-Y cuando no lo estáis, ¿qué pasa?
-Es que estamos ocupados en ser muy felices
-¡Buscaré un sitio ahora!
Así Tortuga y Ardilla fueron haciéndose una amistad.
Todo era felicidad en aquel bosque, había otros animales y no eran de naturaleza intranquila, todo fluía en paz.
De pronto el cielo se eclipsó, pensaban que sería momentáneo, pero cuando habían pasado dos horas entendieron que no era normal, no era uno de esos eclipses que pasan a veces, los humanos los llaman discusiones o falta de entendimiento, pero no era un eclipse normal. Duraba demasiado, los animales del bosque se decían cosas feas todo el rato, incluso se llego a quemar algún árbol. Según dicen, el árbol era un abeto que se creía un ciprés  y que estaba harto de sentir, por eso, y porque desde fuera había escuchado que lo mejor era quemarse a lo bonzo, dicen que suicidar un alma soluciona los problemas, que te renueva en cenizas, que su sombra con el fuego sería alargada como la de un auténtico ciprés.
Ardilla y Tortuga huyeron del bosque, dejaban atrás un bosque que ardía en sus lágrimas, el frío era horrible hasta para el denso pelaje de la ardilla, la lluvia calaba hasta dentro del caparazón de la tortuga... Ambos temían que llegase la tormenta, ahí solo quedaría llorar.
Escaparon del bosque, como el que escapa de su casa, como el que escapa de su hogar... Como el que debe huir de sus sentimientos, dejarlos dentro de cuatro paredes y tirar la llave.
Nada tenía sentido en ese instante que lleva durando un mes, de ese eclipse que ahora no sabe ser excepción. Nada queda con vida en las ruinas de un corazón roto
Cuando el alma empieza a arder... queda esperar para recoger las cenizas y hacer un diamante con los recuerdos, pero ese diamante de los recuerdos no nos va a devolver nuestra fuerza para sentir.

En fin, siempre nos quedarán lacasitos     

  

lunes, 22 de abril de 2013

Solo de Laud

Hoy creemos en el individualismo, en nuestra lucha, en nuestra guerra, en nuestro Chernobyl. Si somos como Nerón y nos gusta como huele Roma ardiendo, si es que yo nací para componer sonetos de catástrofes, qué hago creando si llevo años aprendiendo a tirar los ladrillos de mi coherencia.
Quizá en mi última mutilación se me olvidó eso de ser racional y ahora disfruto escribiendo mientras el humo me cubre la conciencia, así todo es más sencillo, que arda la madera y la niebla de mis pulmones cieguen mis lamentos, que el olor a tabaco quemado calcine el hedor de la tinta fresca en los papiros de mis fracasos... Si escribo mejor cuando estoy en llamas es porque todo se me da mejor de esta forma. 
Y es que disfruto de la coherencia de mi rabia, nadie sospecha del que complace siempre, pero es el que sale siempre en los telediarios portando una katana, dirigiendo un país. 
Si me rompí en mil pedazos fue porque no supe doblarme, pero no tengo tiempo ni ganas de arrepentirme. La vida está esperando a que encuentre razones para vivirla con más fuerza, llega el verano y las heridas no deben ponerse al sol.
Si los que pasamos de ser margaritas a erizos es porque elegimos que rosas hay demasiadas y al menos nosotros no engañamos, todos ven primero las espinas y ahora no me habléis de amor. 
Amar es cabal, y yo sólo siento el viento en mi cara yendo demasiado deprisa contra mis ojos, demasiado fuerte como para abrirlos, quién quiere despertar a un perturbado de su anomía.
Ya no me conmueven las historias de amor supremo, ni las palabras de dulzura, ni los te quieros, ni las pugnas banales... Ya sólo me conmueve el crepitar del tabaco cuando se consume, de esos ojos que me consumen, de esa vida que consume... de mi cuerpo cayendo eternamente al vacío.
Dicen que una vez que tocas fondo debes alegrarte, no puedes caer más, pero a vosotros os ponía a flotar en el mar de mis dudas sin saber como nadar entre tanto pensamiento, entre todas las lágrimas que no solté, con ese ancla al que me gusta llamar idiosincrasia. 
Venga, que todos sentimos, pero algunos somos conscientes de las cicatrices. 
Nadie busca argumentos lógicos en un loco, nadie busca sentimientos en un cuerdo. 
Si nunca fui nada llega el momento de ser un todo, único, exclusivo y breve. Llega el momento de asumir que soy un cuerpo efímero con debates eternos, que soy un corazón finito con debates inmortales.
Que nadie va a la guerra sabiendo que va a morir
Que nadie arriesga si no hay posibilidad de victoria
Que la vida sigue, que el amor sabe morir(me)

martes, 16 de abril de 2013

Tréboles de dos caras

Y que llueva cuando quiera, que la angustia no emborrone tu desidia, que las penurias de muerte no nos hagan caer sin derribar, que las albricias no haya valor a emborronarlas.
Que somos sangre, sudor y lágrimas, un poco de agua y más o menos huesos. Tu vida suele ser cúmulo de errores, pero la estadística habla de que algún acierto legara. Que no hay mas error que ser bufón de las negativas mas sonoras, pero que le vamos a hacer, hoy no toca hacer rehenes. No habrá peros ni malentendidos, sencillamente un brutal sentido del absurdo, lamentos y lo inexorable de mi ignorancia. La vida es chiste, sin embargo hoy no hace ninguna gracia escuchar ciertas frases, y es que tres palabras cuando pasan a ser cuatro puede hacerse peligroso, porque el sentido de amistad puede ser una enorme felicidad, pero también puede destruir a un ser humano. Aunque nos dan un cuerpo y un alma cuando empezamos la partida, esta tarde toca quemar la parte espiritual, si aprendemos a fingir habrá cordialidad y nadie tiene porque ver mis descosidos, que te quiero así, inspirando las musas del lamento.
No puedo evitar estar mas guapo cuando me voy rompiendo. Pero, que mas da, si nadie busca nada y nada se queda por encontrar
Creo que en un tiempo no volveré a mojar mis barbas, pero como todo en mi vida, está aún por crecer, engullir y despensar. ¿quién soy yo para impedírselo? Al fin y al cabo es una barba y yo lo que queda de un niño y el hombre que está por venir.
Siempre me dicen, tú tranquilo, que todo llega, que la angustia no dura toda una vida, que todo acaba fluyendo, que la vida son dos días y aún está amaneciendo. Pero lo que engulle a un pensador no es la dicha del mañana, sino la decadencia del hoy, no le alegra pensar en quien encontrará, le agobia pensarse como esa eterna película que todos alquilan, descargan y ven entre colegas, pero que le falta mérito como para ser comprada.
Pero bueno, hoy no hace día de rebobinarse antes de que me devuelvan a un estante olvidado del alboroto generalizado, si a mi no me hicieron para ser luz, sino para encontrar la de los demás.
Y dicen que nos han diseñado para desear, para dejarnos caer, pero desde hace un tiempo aprendí a caminar erguido, con los hombros hacia atrás, el mentón muy arriba y la sonrisa bien vestida, que una sonrisa puede animar muchas vidas y no estoy yo para sumir en depresiones.
Si la gente se pasa su vida buscando suerte, si dicen que todos sus tréboles tienen tres hojas, que siempre se quedan en las puertas... Les invitaría a probar el sabor del fracaso, una cerveza sabor a sentirse muy lejos de donde se ansía estar, les daría dos rondas de mi desasosiego y haría un café con el anhelo de lo que nunca he probado

viernes, 12 de abril de 2013

¿Albricioso?

Y al final somos demasiado profundos para quedarnos en eso de no pensar.
Qué más importará mañana a quien culpemos, dónde habrán ido mis faltas de ortografía y el mal gusto a la hora de tratar temas complejos, qué más da, a estas alturas no toca preocuparse por ellos, fueron a mejor vida y la mía va pasando.
Me costará volver a usar el plural, me costará volver a sentarme con tranquilidad a no pensar, pues las heridas más abiertas son las que no saben dejar de sangrar.
Eso de sangre, sudor y lágrimas, vinimos a convertirlo en sentimiento, orgasmo y balas, somos las palabras que dijimos, dueños de los silencios nos dicen, jeje, esos son los que nos hacen esclavos, dice más una mirada baja y un gesto que todas las palabras que se hayan podido compartir.
Pero hoy y en día quién va a leer cosas del corazón, los sentimientos quedaron para los pobres de autoestima y esnifadores del pegamento que nos ata a la esperanza, qué somos sino salitre en los viejos cascos de un barco de metal fundido. Y más allá de todo eso, quién va a pensar en nuestra historia si nosotros no podemos salvarla.
Y quememos las estelas, fundamos el hierro y calcinemos los azulejos, nadie se preocupará por nosotros cuando estemos muertos, y si al fin y al cabo somos muertos en potencia, a quién le va a importar un muerto en vida.
-Tienes que vivir, tienes que luchar
-Oh, el silencio te hace una persona preciosa, así que dedícate a él.
Siempre fui de escribir tragedias, el amor albricioso no se me antoja creíble. Qué le voy a hacer, eso de la comedia se lo dejo a quién sepa ser frívolo o esté maldito por la buena suerte.
Venga, hoy me toca bailar un vals a la sombra que producen las velas más barrocas, ¡pero que arda Troya esta noche! No somos agua, si el ser humano fue hecho en estado sólido es para que sea consciente de la consistencia de sus errores y de sus tragedias latentes. Pero al fin y al cabo para eso evolucionamos, ¿no?, para sufrir por el miedo a lo que venga, por sufrir por el dolor, y por anhelar lo perdido, sufrimos por triplicado, pero somos flojos, tampoco sabemos morir de pena o inanición, por eso nos ponen el dolor en tres cómodos plazos con grotescos intereses.
Eh, pero calma, que a este desastre invita Melchor, vamos a hacer las cosas mal por un tiempo, todo el mundo sabe que para entender la felicidad, hay que vivir como un santo y disfrutar como un cabrón.

lunes, 8 de abril de 2013

Ambrosía envenenada

Las leyendas contaban que los gigantes solían caminar solos, o eso, o vivían en parejas sin más interés que procrear y perseguir caza que poder llevarse a la boca. También se dice que eran muy propensos a almacenar herramientas, objetos brillantes y demás. 
La razón a su soledad podía ser su escasa inteligencia, o a un status mental muy superior al nuestro, un status que les hiciese entender esas relaciones de dependencia como algo problemático y prescindible, las relaciones de cordialidad como un gasto inútil de energía en preocuparse por otros gigantes que no buscaban más que cazar.
Y ahora yo me pregunto;
Después de toda una vida midiendo palabras, de toda una vida coordinando y gestionando bienestar, después de mucho tiempo buscando agradar basado en la más estulta candidez, después de desvivirse en lo sentimental... Después de olvidar las triquiñuelas del ser humano para hacer el mal, o sencillamente, las triquiñuelas para malversar información, o más simple aún, para ser político con quien supuestamente tienes aprecio... Debería, quizá volver a mi antigua desidia. 
Deberíamos manipular a nuestro antojo o quizá la culpa sea mía por haber confiado por encima de mis posibilidades. 
Dicen que es triste vivir sin poder confiar en nadie, pero, y si después de guerras sentimentales sientes que no puedes confiar ni en ti mismo... ¿quién va a guardar tu cajón? 
Hay gente que está, y punto, es decir, conexión sentimental, conexión fraternal, vínculos afectivos o idiosincrasia existencial...
¿Qué nos va a importar, si el ser humano nace hipócrita? 
Quizá es que ahora sea menos yo por despegarme del apego, quizá sea más yo por entender la dependencia  como algo problemático.
Quizá no sea más que el gigante más idiota
Quizá es que la cordura me suena extraña y vistas las perversiones de los lamentos y de las ascuas de recuerdos vanos, recuerdos empaquetados en promesas que no valen nada y en la duda de si alguna de esas palabras nocturnas pudieron hacernos mella suficiente o si tan sólo mentíamos por las tardes y algunas noches de descanso. No tenía fuerza suficiente para ser real, pero tampoco era tan consistente como para mantenerlo a escondidas.
Quizá, y vive Dios que sólo quizá, tengo demasiado miedo para ver a otro en mis palabras. Quizá, y verdaderamente quizá, un día aprenda lo que es odiar con un espejo y alguien sujetándolo, quizá, y seguramente verdad, mi estado a temperatura ambiente sea recuerdo. 
Pero, ¿qué hace un historiador hablando del sentido de la vida?
Existimos, nuestra causa sobrepasa a las circunstancias, sencillamente es vida, la teoría de que la vida es suerte no deja de ser una vulgar falacia, la vida son hechos, lo que nos acaba jodiendo es lo que depende de los hechos de los demás, pero pensadlo... ¿quién no se volvería loco si todo entrase en su responsabilidad?
Y pensando en un Olimpo con dioses que coordinan toda la vida de los diferentes seres humanos, unos dioses caprichosos que manejaban todo de manera correcta a pesar de sus oscuras perversiones, dioses, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Un Olimpo lleno de una efectiva burocracia que daba coherencia a las pasiones y sentimientos a la razón.
En el otro lado humanos que no podían tolerar que esos dioses controlasen su vida, querían hacer sentir a los dioses qué sentían los humanos, para hacerles un poco más empáticos, sufridores de las pasiones humanas, temerosos a la mortalidad. 
Un grupo de humanos despechados, drogaron a Hermes, le robaron y subieron una ambrosía envenenada. Esta planta hizo a los dioses dudar de su poder, les hizo sentirse humanos, se sintieron frágiles, se sintieron volátiles y efímeros, no se consideraban en labor de coordinar la vida de los humanos, pues ahora les miraban y les veían como iguales. Esa ambrosía no les quitaba su divinidad, pero una dosis como las que repartieron para las copas de vino les dejaría así para toda la eternidad. Así el ser humano se dividió, los que conocían la treta de la ambrosía supieron que los dioses no volverían a coordinar las vidas humanas, así que decidieron ser coherentes. La otra rama, pobres desdichados míos, no fuimos conscientes-o no quisimos serlo- y nos dejamos llevar por las pasiones, no había control y la razón poco tiene que decir en las cosas del corazón.
Esta es mi posible visión de la estupidez humana, una serie de seres que se sienten superiores porque, aún siendo conscientes de su error, eran conocedores de la verdad. Por otro lado, unos seres vendidos por completo a la vida que les toca vivir

miércoles, 3 de abril de 2013

Charcos

Eh, eh. Dicen que ha llegado la hora de sonreír más allá de las fotos.
Hoy nos vamos a reír, en mi cuaderno de bitácora el corazón y la razón firmaron una tregua, el corazón dijo que deponía las armas y la razón abandona las continuas declaraciones de guerra
Y si todo el rato toca disparar dentro de los antiguos puntos de vista yo tengo una pistola, y está cargada contra esas pretensiones, juicios y miedos a vivir, para conseguir la paz tendré que cargarme a un par de esos enemigos. Mi paz siempre ha requerido sangre, y quedará bañada por las lágrimas de sus súplicas, pero ya nunca por las mías. Se acabaron conjuntamente ruegos y llantos, nada hicieron por mi un corazón lacerado y un pulmón algo contraído. Eh, pero tenemos que sonreír, las heridas se hacen cicatrices muy sexys y los pulmones trabajan mejor cuando tienen que expulsar tanta nicotina.
Me falto valor y valía para ser diástole, porque con encogerme hasta que pasase el vendaval solía ser suficiente para mi maltrecha conciencia, pero quién va a salvarme de mi mismo... Quién arruinaría su cordura por rescatar la mía que permanece continuamente dormida.
Esto es la oda que siempre he prometido, esta vez no hay marcha atrás en la cabezonería del siguiente abstemio sentimental, sencillamente mucho que decir y sin madera para revivir recuerdos de un pasado enterrado en pozos que nunca fueron edificados. Todos sabemos que cuando no pones piedras para proteger unas aguas subterráneas alguien acaba cayendo y ahogándose en "ese puto charco" que podía haber salvado alguna vida. ¿qué os voy a contar de mis metáforas que no sepáis?
Venga, que hoy nos calcinamos al baño maría, que queme despacito y no culmine en despedidas, son feas y siempre nos dejan con cara de idiota bailando bajo la saliva de una lluvia que no nos quiere bien. Si cuando las nubes se besan miramos al cielo asegurándonos de que debemos abrir el paraguas deberíamos llamarnos voyeurs del romanticismo más trascendente, dejadlas vivir, ellas tienen derecho a unirse en agua que permita regarnos las ideas. Ojalá cambiásemos de parecer como lo hace el viento, sería todo más bonito.
En definitiva somos vivo reflejo de lo que sobreviven nuestros miedos, todos tenemos nuestro tiempo, y yo hace muchos cigarros que vivo en los descuentos, mis ideas y pensamientos son mi continuo 2x1.
Porque a veces buscarse a uno mismo es la guerra más cruenta, pensad en un campo de batalla lleno de antiguos Tú muertos en diferentes ocasiones, Tús que fueron más fuertes, que vencieron los dragones de tus inseguridades, que pelearon en las guerras mundiales de tus angustias, que encontraron unicornios en los que edificar tu felicidad... Todos ellos muertos en esa misión de encontrarse a si mismo... Y te ves, mucho más débil, mucho menos motivado, más desencantado y desengañado con el mundo... Pero extrañamente feliz, la diferencia entre esos Tús y tú, es que ellos iban cansados, tú sales fresco y a por todas.
Quizá es que dejamos de ser un problema y éso solucionó los quebraderos de cabeza, los sinsentidos y esos caminos que siempre acaban en los callejones más oscuros.
Quizá es que necesitaba alumbrar mi propia vida antes de poder llegar a ser luz en el lado oscuro del Himalaya. Pero a quién le iba a importar eso, a pocos nos gusta vivir donde ser nieve, la gente se obcecó en ser agua para poder fluir y regar jardines que no corresponden a la sencillez de un manto blanco.

martes, 26 de marzo de 2013

donde estén mis musas

Llegó esa marea negra
Aguas turbias demasiado saladas para plantearse habitarlas, ¿pero qué íbamos a hacer? Si ya no recuerdo desde cuándo está lloviendo. Si el cielo llora sobre nosotros, ¿quién se va a salvar?
Dejadme con mis manías, dejadme con mi destrucción
Que sólo yo sé en que estado se encuentran mis cimientos, no me vengáis a decir como construir mi suelo. Que vuestra madera se pudriría bajo la humedad del hormigón armado.
Que hoy puede arder Troya, tampoco hace tanto calor y va siendo hora de cenar, ¿qué hay mejor que una barbacoa dentro de una ciudad en llamas?
Si en definitiva no vamos a dejar de ser proscritos sentimentales y lo que hayamos llorado no son más que muescas en nuestras culatas, pero nadie nos acusará por no disparar las balas que teníamos en la recámara. Si nos quedamos sin pólvora antes que sin ganas.
Que las cuestas andando se tardan en subir, pero sin gasolina nadie va a llegar arriba... ¿quién iba a saltar este abismo?
Si llegué a decir que para vivir sobra con saber respirar... Solo era mentira, pero ¿a quién le voy a susurrar que los sentimientos mueven montañas cuando ni siquiera yo puedo creérmelo?
Y no es tristeza, tampoco enfado y menos aún rencor, sencillamente es que nadie con su pozo vacío puede llenar una jarra de agua. No es patetismo, solamente estoy pensando demasiado.
Si en algún momento nos comparamos con el agua para ser fuertes, hay que saber entender que el vapor es la forma más común para ella. Con ello debemos entender que los tarros no pueden conservar todo el esplendor.
Si me sobra zafiedad y me falta soberbia lo cubro con tintes de pedantería hostil y un ataque talibán sentimental que ha tomado de rehén a mi locura. Quizá ese sea el problema; ahora soy demasiado cuerdo.
No busco que me entendáis, sencillamente que, después de leer ésto, os sintáis tan perdidos como yo.
Dispara, que sea rápido, no delataré mi posición

domingo, 17 de marzo de 2013

Almas conservadas al vacio

En la clase de hoy trataremos las espirales destructivas neo-decadentes, si,si, de esas que todos hemos sentido o sufrimos en voz baja, esas que de vez en cuando toman las riendas y te dicen lo que tienes que hacer, lamentable situaciones en las que vemos que esas curiosas grietas de nuestro techo tienen su eco en los cimientos más asentados, si,si, no miréis extrañados, esa ponzoña que se te enreda en el pelo y huele a anhelos.
Esas grietas, son las que te llevaron a un viaje errático lleno de casualidades y de refugios momentáneos, de noches a la intemperie. También te enseñó el aullido de los lobos y los mensajes de los búhos.
Los gritos que susurramos o los susurros que gritamos, ya dejé de comprenderlos, qué se le va a hacer, es la desgracia del inconformismo sentimental. Que si, que si, que todo está bien, pero no aprietes mi esfínter lacrimal o voy a ponerlo todo perdido de gotas saladas, gotas saladas que fueron mermando mejillas hasta hacerse su propia rivera donde los salmones no se atreven a nadar.
Venga, venga, no seas tonto, ¡anímate!
Palabras comunes de consuelo que sólo quedan abocadas a un sinsentido grotesco de mayor calado, esto ya no depende de un acto y una consecuencia, sino de una vida tirada por la borda demasiado a menudo. Siempre dicen que la sonrisa es el espejo del alma y la lluvia el pis de los angelitos, ¿entonces las lágrimas son las precipitaciones que provoca la acidez anímica?.
Creemos teorías sin ninguna validez y después destrocemos nuestros sinsentidos contra los acantilados más barrocos, que el romanticismo pasó de moda hace 200 años y yo me quedé viviendo en mis angustias mientras busco provocar sonrisas opiáceas para quien quiera sentir de cerca la mentira más descarnada, pero si realmente no me importa la respuesta de un 90% de las preguntas, ¿qué os va a importar a vosotros lo que esconden mis dudas?
No vayan a preocuparse por mis disertaciones, tan sólo es pedantería y una llamada de atención de la corriente New Age de los suicidas sentimentales.
Venga, que empieza un nuevo día y nos sobrarán motivos para seguir adelante, pero nadie piensa en que para seguir andando hay que pisar sólido en un presente asentado sobre lodazales. ¿a quién le importa hacia donde orbitamos esta noche?
Dicen los nuevos pseudointelectuales que somos el tiempo que nos queda, yo digo que somos lo que el estómago del tiempo no se atrevió a digerir, los posos de un café que no llegamos a llorar y mortadela sentimental de las rupturas pasadas, todo ello conservado en una bolsa de desasosiego dentro de una nevera de indiferencia.
No creo que debamos conocernos, encontrarnos, crearnos... a nosotros mismos, sino buscar pilares estables en paraísos mentales donde nuestras libertades sean las únicas deudas que tengamos con nuestro corazón, si,si, olvidarnos de pagar los rescates del altruismo y centrarnos en portar nuestra maleta hasta encontrar a alguien a quien llamar hogar.
Breve me entiendo mejor.
En una frase: somos los restos no vendidos en el stock del corazón.
¿No me entienden? A ver si con Ottis...
Sittin' here resting my bones
And this loneliness won't leave me alone
It's two thousand miles I roamed
Just to make this dock my home

El sentimentalismo, las lágrimas no nos dejarán estar solos, pero cuando acabe ese camino, esas piedras, esos obstáculos, esas zancadillas, esos sentimientos en mal estado... Cuando pensemos que no podemos dar un paso más, cuando la vida y el simple hecho de vivirla aumenten la presión atmosférica, en ese momento, aparecerá esos abrazos a los que llamar casa, y el bastón que nos ha ayudado en los pedregales será el material que conforme las jambas de tu puerta.
Ahora dime, ¿De qué está hecho tu bastón?
¿De piedra? Que se quiebra cuando intentas alterarla
¿De paja? Que no puede sostener tu peso
¿De madera? Que mezcla lo bueno y lo malo de las anteriores

jueves, 14 de marzo de 2013

Brevedad

Y viene de tiempo atrás que las balas ya no necesitan pólvora, si nadamos en un sinsentido y a colación sólo nos da resultado lo efímero y nos perdemos en vahídos que son siempre de vuelta.
Si ya no sé si soy o estoy, si la vida nos da vueltas y sólo me queda sonreír para ahorrarme el 3x2 en preguntas arbitrarias de los callejones sin salida a los que me condena un alma día a día inconclusa... Como decían por ahí, soy un completo incompleto.
Llenamos de color días que sufrían por las nubes, pero no sé qué os habrá hecho la lluvia, es en definitiva necesaria, viene a significar vida y muerte a la vez... Al fin y al cabo nosotros somos como ella, capaces de enriquecer a alguien, pero capaces y conscientes de que podemos y sabemos destruirle, la venganza, así lo llaman, el amor, así al otro. ¿No podemos ser grises por un día?
Me aburrí de tonos radicales, del blanco y del negro, de que las únicas esperanzas sean la rúbrica de las caladas más profundas. Mis pensamientos hoy se llaman Chesterfield y mis sentimientos tienen forma de llama, a tres colores y con demasiado calor para no llamarlo fiebre.
Somos gritos envasados al vacío, el estruendo silencioso que nos vendrá a ver en los recuerdos de las tardes de primavera, con alergias y alegrías, con muerte invernal y descendimiento cerebral. Si dejamos de ser neocortex y nos centramos en los misterios inexpugnables de las crónicas de muerte que nos anunciaban hasta los periódicos.
Suena el viento en mi cara, noto el tacto de unas maracas en mis manos, me saben los labios a tonos agudos,  el oído hoy escucha en dulce, pero mis ojos se dejaron de sinestesias y sólo pueden ver mañana en augurios y la vida en código binario.
Dame decesos donde dejé los deseos de juventud, si todo se me pasó esperando y nunca pensé en cesar de mis actitudes, si mis dudas se quedan en la ternura de labios que mecen hasta que nos hastíe el hartazgo. No podemos comprar un futuro, ni alterar una conciencia, tampoco hacer desiertos en mejillas... Que va, esta mierda depende de los sentimientos, mis razonamientos y ríos de letras nunca van a tener completo sentido, y es que el corazón sólo nos hablará en quechua, pero yo preferí el nahuatl. Qué le vamos a hacer, un error más que suscribo en tu historia.
Algunos saben que pueden ofrecer cosas que no tienen, a otros se les olvida que son todo, a otros el día a día nos recuerda que hay poco pescao' que vender, y que en esto que llamamos sentir pecamos por excesos, pero con ello nadie tiene cura.
La esperanza es el Lupus de los sentimentales frente a un mundo que nunca se podrá calificar de coherente.

viernes, 8 de marzo de 2013

Historias de bar

Entonces entró con el bate de baseball en aquel bar, ya no había marcha atrás. Se sentó en la barra del bar, estaba empapado, se quitó la capucha y pidió un cortado, un vaso de agua y un par de hielos en una servilleta.
Un señor con traje se levantó del lugar y salió corriendo dejando diez euros en la mesa, lo mismo hicieron dos snobs en la otra punta del local y un señor mayor que apuró su cerveza. 
Sólo se quedaron el barman que limpiaba los vasos sin interés por el bate que tenía en sus manos, y una señora que leía un periódico mientras se abstraía del mundo.
-¿por qué madera y no aluminio?
La voz de la señora le llegó alta y clara, se había sentado a su lado
-Me gusta más como suena, es más natural, y reduce la vibración que descargas al hombro
-Si, muy bien todo, pero tu no usas ese bate para jugar
-Lo dice por las marcas, ¿verdad?
-No, lo digo porque tienes la sudadera húmeda, y aunque sea negra... se nota, y hueles a ese dulce olor a sangre, ya sabes, olor entre agrío y dulce, ese olor metálico que se vicia los días de lluvia.
-Vaya, es usted perspicaz señora
-Señorita, te advierto de algo, cuando ellos lleguen, ese bate no te va a durar mucho. Cuídate
La señora se fue y el chico apuró su café, de pronto irrumpieron varios hombres que en menos tiempo del que tuvo para darse cuenta le habían rodeado. 
-¿qué queréis?
-Te buscan por unas deudas al corazón, doscientas espinas clavadas en un alma rota y vanas esperanzas de casamiento
-¿qué?
-Es coña, nos debes pasta
-Me folle a tu perro
-¿Qué?
Entonces todo se nubló de nuevo, la sangre brotó en el ambiente mientras sonaba Child In Time, y el camarero limpiaba más vasos, efectivamente, el bate se rompió pronto, también la taza del cortado y los hielos aguantaron un poco más, pero la sangre salía igual de bien.
Peleó como un héroe absurdo, con un sinsentido glorioso, recibió un par de cortes, se escucharon disparos, se apagó un foco y el camarero seguía limpiando sus vasos. 
De pronto el chico se encontró en medio de unos 10 cuerpos que gemían y gritaban por partes de su cuerpo, él estaba jadeando, su sudadera se había rasgado por varios puntos y estaba sangrando por un costado
Se levantó y se dirigió hacia la puerta
Entonces un vaso se estampó sobre su nuca dejándolo completamente inconsciente
-Nadie se va sin pagar

Y es que nadie se moja hasta que entran en conflicto sus intereses
Y es que nadie se preocupa por nadie en la gran ciudad

sábado, 2 de marzo de 2013

Pero qué...

No siempre llueve, y es algo que deberíamos cambiar, no hay disgusto, si no les gusta a los vendedores de paraguas les resultará una gran adquisición, pero es hora de cambiar las tornas, no más Marca España como Sol y playa, más fresquito, manta y peli.
¿Se le ha ido la olla definitivamente a este hombre?
Además de sus preguntas con obvia respuesta, encontremos una respuesta sazonada con tintes de cordura y una base de arroz demente.
¿quién es en definitiva feliz?
Pues si lo narramos como estado de ánimo caemos en la estupidez de que ésta sea efímera, pero... Y si desechásemos la cordura y fuésemos a por la utopía, más allá de escuchar lo típico:
-¡Loco!
-¡Hijo de puta asienta la cabeza!
-¿No ves que así no vas a conseguir una mierda?
-Imbécil, inepto, capullo.
-Iluso
-Guapo
Ya sabéis, me gusta mucho exagerar, pero quizá en la última esté la clave. Es curioso, quienes te dicen que no se puede tener estar en paz con todo el mundo son quienes te sancionan que no busques la paz cuando te duele demasiado la cabeza para ello.
¿Y si dejásemos de preocuparnos un rato y nos dedicásemos a ser emblema de la felicidad?
¡Wuau! Qué puta locura, ¿no?
Pensad esto, si la felicidad no fuese un estado de ánimo, sino que fuese una forma de vida, que en vez de Hipster, pijos, rastafaris, opusinos, raperos, heavys, confuncionistas... Añadiésemos ahí una nueva respuesta al "¿tú qué eres?"
Imaginadlo, sólo por un instante -No os vayan a llamar locos demasiado pronto, ahora sencillamente estamos pensando el plan- una tribu urbana que fuese Hiplices, o los pijices, o los feleros, no sé, no soy bueno para crear nombres, y esos suenan un poco absurdos, no sé, los feleros me huelen a "regalo felaciones", y tampoco queremos eso, bueno, puede que alguno si, pero eso lo trataremos en otro momento.  Pensad, si nos encarásemos a la vida pensando en poner fuerzas para ser felices, en evitar la amargura cotidiana, en dejar en standby las roturas, los corazones cristalizados, desamores, el miedo a la muerte, si en lugar de pensar que la vida tiene una enorme variedad de tonos entre blanco y negro nos centrásemos en que tenemos un color por día, si las polaridades sólo las tuvieran los negativos de las fotos, si en lugar de ver nuestros defectos disfrutásemos de nuestras virtudes... Y es que mi genial Punset lo dejo muy claro, el ser humano sufre antes de que algo suceda, sufre durante, y después se lamenta y tortura. El ser humano teme a la muerte hasta que llega, después llora esa muerte, y después se hunde en el recuerdo. Y yo siempre digo, que no hay peor insulto que frenar.
¡Ay gañanes míos! ¡Lo que nos estamos perdiendo!
¿Molaría verdad?
Pero bueno, si estáis leyendo las locuras de alguien como yo es que estáis algo cabizbajos. No puedo ser la solución a ningún problema ajeno, bastante me he roto con los míos, nunca creí en el vaso medio lleno o medio vacío, ¿quién va a dejarse un vaso sin beber?
La vida y no el mundo, es un pañuelo, un pañuelo usado además, cuando llegamos a la adolescencia se prende fuego por una esquina y va extinguiéndose, por eso en esa juventud se llora más por las pérdidas, porque la gente acostumbra a secarse las lágrimas con las esquinitas, después todo va cambiando, linealidad, algún moco que deja mal olor, quizá alguna boquera y por último, las lágrimas de la esquina superior. Mientras tanto hemos ido dejando un reguero de cenizas y de humo, con las lágrimas del centro de esa vida, que apenas se notan porque arden, con suerte, a la vez que con los mocos. Y es que todos lo sabemos, los mocos son más divertidos que las lágrimas

lunes, 25 de febrero de 2013

"Allá lejos, donde el sol calienta más"

La felicidad está en ti, sentada mirando a la tristeza, vulnerando tus límites, echándose un serio después de haber destruido el mundo, recomponerlo y volver a quemar sus cenizas entre los escrutes de los que no se atrevieron a ser.
-Nada va a pararnos
-No les retes
Y ojalá la falta de esperanza que presentamos los descorazonados pudierais verla quienes decís "querer es poder", todos nos hemos sentido en la cima del mundo en algún momento, pero cuando llegan los momentos felices hay que saber reservar alguna energía por si no te quedan mantas para hacer noche pegadito a la nieve... A algunos se les olvida lo esencial que es saber resguardarse, una tienda de campaña a la que llamar casa y un edredón nórdico que pesa en el camino de día, pero garantiza tu sueño de noche
-Joder Isra, estás más loco que nunca
-Gracias
Era de noche y volvía a casa abatido, nada había salido como esperaba, quizá porque llevaba años sin esperar nada en concreto. La niebla rodeaba sus pasos, sus pies estaban empapados y no recordaba haber salido la noche anterior
"¿Estoy soñando otra vez?"
Los recuerdos eran muy nítidos, pero la incongruencia perdura en el subconsciente, al fin y al cabo está hecho de sentimientos. Se había enganchado a los psicólogos, se duerme bien en un diván de cuero mientras alguien intenta analizar qué deberías hacer con tu vida. Pero al joven le daban ganas de preguntarle
"Me mandan aquí todas las semanas obligado y usted decide lo que debo hacer con mi vida, pero ¿se tomaría usted esas pastillas?"
"Yo no necesito el Prozac, además, habla con tu psiquiatra si tienes problema con eso, yo sólo aconsejé el medicamento"
"Y ese título en la pared le habilita para decidir que su criterio es mejor que el mío, pero yo le digo una cosa, su mujer no le va a follar mejor"
Pero reprimirse sin que el desmotivado psicólogo descubriese la cara onírica de la luna era divertido. Disfrutaba con la falta de empatía de los profesionales de la mente, se creían más puros que los psiquiatras porque ellos no acostumbraban a dar medicamentos. Pero que alguien me diga qué hay de natural en sondear una mente en busca de sus temores
La niebla se hacía por segundos más densa y las farolas apenas conseguían desvelar sus formas.
-Ya estoy cerca
La presión del ambiente era muy alta, de pronto el joven clavó una rodilla en el suelo, su pulso era rápido y su respiración estaba muy agitada. Pero no necesitaba el placebo de los positivos, iba a llegar, antes o después, pero conseguiría llegar, vivo o muerto, pero iba a llegar. Aunque le costase el alma, aunque tuviera que pactar.
No dejaré que el tiempo sea el que me lleve, es hora de usarte a mi favor, bastantes años te he dado, Tiempo, ahora me toca a mi. Tiempo, vas a ser mi puta, sé de tus trucos, y hoy he pagado porque te calles durante una temporada

"Hijo de hombre, voy a quitarte de repente lo que hace tus delicias, pero no te lamentes ni llores, no derrames una lágrima. Suspira en silencio, sin llevar luto por el muerto; ponte el turbante en la cabeza y cala tus pies, no te cubras el rostro ni comas el pan del duelo, […]. El luto es para recordarte que tienes que estar triste y si vas a cantar, callarte, y si vas a aplaudir, quedarte quieto y aguantarte las ganas…" 
Miguel Delibes, Cinco Horas con Mario

lunes, 18 de febrero de 2013

No me preguntes, sólo soy un chico

Rompamos esto en mil pedazos, que sea un retazo de tu retrato en color sepia, que no quise dejar de ser un grito en mitad de la noche, un susurro de anhelo y una esperanza en aras de una derrota. ¿quién me va a rescatar de mi mismo?, ¿quién va a pararme cuando el alud haya empezado?
Tampoco tengo esperanza de dejar de ser un avatar como saludo informal, unos buenos días preciosa fruto de un delirium tremens y mis labios en tu cuello como tarjeta de bienvenida.
Isra, ya no eres el mismo
Nada queda en el cielo después de una tormenta, quizá un par de nubes y el testigo en las calles de la lluvia que no se atrevió a quedarse un rato más.
Hoy no me resigno a los ciclos, ni al tiempo lo cura todo, ni a los vestigios que quedan en fotos que se dan con los ojos cerrados. Se nos da mejor amar en blanco y negro, nunca fuimos de elegir uno de los dos colores, supongo que le daba ilusión a los infiernos del lado más testarudo de los anocheceres.
Hoy estamos aquí, pero soy vivo ejemplo de no saber qué habrá sido de mi cuando haya amanecido mañana, de no entender si seguiré siendo el mismo cuando llegue otro lunes y de estar seguro que nada quedará de este Isra cuando lleguen tiempos mejores.
Hoy sé que escribir bien es como la felicidad, un estado de ánimo, di un te quiero o llámalo X, nadie sabrá donde estamos cuando ni nosotros sepamos encontrarnos. Y es que los sentimientos nublan el sentido de la orientación, y hace demasiado tiempo que no me encuentro cuando busco el norte de la coherencia que me quitó la eterna guerra entre razón y corazón.
Hoy no escribo para encontrarme, hoy escribo como remedio a la ausencia de cordura. Y es que aunque nos joda, los escritores dejamos un poco del corazón en todo lo que hacemos, desde las caricias hasta los apuntes.
Isra, qué te pasa
Nada, me cansé de sentir
Hoy prometo de nuevo pensar en lo mejor para mi estado mental
Hoy entiendo que no volveré a ser el mismo
Hoy raspo el caparazón y vuelve a brillar el abismo
Hoy las cicatrices duelen
Hoy ha cambiado el tiempo
Hoy ya es año de la serpiente
Isra, ¿estás bien?
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Hoy las mariposas han emigrado buscando otros puntos de mi alma
Hoy alguien ha vencido
Hoy la pugna entre mi razón y mi corazón se ha vuelto a resolver sin ganador claro, si estoy harto es de ser árbitro en mis incoherencias
Hoy la vida brilla en rosa y no sé lo que eso puede significar
Hoy he olvidado toda esa poesía de Neruda y me siento más Bécquer que nunca
Hoy me siento más Werther y menos Romeo
¿Isra?
¿quién es?

lunes, 11 de febrero de 2013

¡Orden, orden en la sala!


Me vendí. Sin que nadie quisiera comprar el caduco producto que ofrecían mis sinsentidos
Me deshice sin que nada fuese a recomponer poemas que no aspiraban a ser canción
No, ahora no, de momento no.
Pero llegará cuando alguien se arrepienta de no ser quien era, de quien aprendió a ser... Las cicatrices siempre escuecen, y aunque el invierno acabe pasando nadie va a recoger los platos rotos.
La habitación estaba totalmente descolocada, alguien me dijo una vez que donde una persona duerme expresa como ordena su mente, que la estructura de como distribuyes tus letras en un folio reflejan tu necesidad de estructuras, que los colores de tu ropa dirán tu estado de ánimo, que la sociedad nos reprime, que mirar fijamente está mal, que mirar de reojo es bastante peor. ¿Y qué os voy a decir? Soy pura explosión de sentimientos aderezados con instintos y una base de azúcar glasé donde debería coronar un ligero toque de cordura.
¿quién iba a querer esta tarta?
Dicen que me sobra altruismo, tontería o bondad, llámalo X, yo quiero arder esta noche, y es que con sentimientos y sensibilidad nadie necesita gasolina para liarla a lo bonzo.
Mi habitación sigue desordenada, quizá sea la falta de dignidad a la hora de encarar problemas que tengan que ver con el corazón, quizá la ausencia de coherencia cuando las razones me parecen explicaciones, quizá todo el orgullo que me resta se ha atrincherado en mis lacrimales, ha hecho rehenes y no piensa soltar a ninguna con vida... El secuestrador me manda un ultimátum: Recoge tu habitación para ordenar tu cabeza, sino estas señoritas serán un drama más en los rotativos de tu barba. Sabes que voy en serio.
Y en definitiva las bombas explotan en la cara de los artificieros más experimentados, el cable rojo y el cable verde son problemáticos para los daltónicos sentimentales, y lo peor de todo es que alguien ha puesto una bomba aquí, va contrarreloj, pero se les olvidó el temporizador-Eran bastante chapuceros y tenían mejores cosas que hacer... Al fin y al cabo son como yo-, tampoco podemos culpar a esos terroristas, ellos avisaron, "Si no retrocedes pondremos una bomba", y bueno, ahí nada tenemos que leer entrelineas, sencillamente es eso, seguí avanzando y ahora ningún manual recoge qué cable sienta mejor a las explosiones, el rojo es el color del fuego y las explosiones, la pasión y el lujo, eso da bastante pie a pensar que es el color que define a una explosión, pero el verde representa la esperanza, los prados, y ello me da pie a dos cosas, que los terroristas tengan la esperanza en volar el parlamento, y sobre todo, siempre he asociado los prados al sitio donde te encuentras cuando mueres, Sol, fresquito, un prado verde, ovejas, tortugas y un enorme lago en el que tomarte una pinta de Guinnes mientras ves un atardecer que no se atreve a apagarse, a alguien podría disgustarle.
¿qué quiero decir?
Que el orden es importante, y que en los colegios deberían enseñar como desactivar bombas sentimentales.
¿a qué obedece el título?
Bueno, imaginad a ese artificiero en el juicio, declarando en contra de su corazón y que mientras bebe esa pinta de cerveza negra, pone los pies sobre el atril y se enciende un cigarro, la jueza dice
-¡Orden, orden en la sala!
-No tengo orden en mi cabeza, ¿cómo piensa usted que voy a ordenar un juzgado?