lunes, 27 de agosto de 2012

Peso Wélter

Hace tiempo comprendí que el miedo y las dudas no eran de tu patente, sencillamente alcanzaste a ser reminiscencia de un pasado mejor.
Vi miles de ojos, sentí muchas tinieblas, pero nunca más me encontré con tus dudas. Ni en sueños, tampoco volví a tener pesadillas. Soy más coherente y los besos que llevan un made en tus labios ahora son exclusivamente patrimonio de objetos perdidos. Las promesas que daban tus ojos las censuraron tus labios, y es que los "te quieros" sobran cuando los marcapasos solamente sirven para contar los días en los que coinciden las sonrisas, cuando los diques que pones al mar parecen de papel y cuando tu mayor firmeza es lo dubitativo de tu despedida.
Puede que todo esto parezca enrevesado, pero siempre me gustaron más los árboles que las playas, las esperanzas que las promesas y los amaneceres que los ocasos. Dicen que el tiempo todo lo cura, se equivocan, el orgullo y el honor tienen más cojones que los relojes. Al fin y al cabo, lo primero lo construimos cuando queremos victorias y los relojes de arena no sostienen castillos cuando llega la marea.
Esto no es una oda al rencor, amigos, esto es un grito de un grillo que no soporta el calor, una oda al sinsentido de los espejos de Valle-Inclán, la desesperanza de la tripulación de Ulises o el silbido de los molinos que no encontraron la cordura de Alonso Quijano.
La distancia no la forman los kilómetros, pregúntale a los sentimientos. Esto no es un reclamo, esto es un hasta nunca pasado, llega Septiembre y con ella las cenizas cambian de color.
¿recuerdas mi frase? Los ojos mienten, los besos no saben.

jueves, 16 de agosto de 2012

Juegos de Artificio

Era un sótano, la luz de una lámpara que se descolgaba del techo alumbraba nuestros rostros, pero nadie dejaba ver sus cartas. Todas las caras eran hostiles, yo no sé la razón, pero todos me miraban con odio, entre ellos caían las pullas aunque se veía que ya se conocían de otras partidas.
No recuerdo exactamente cómo había llegado allí, pero sólo pensaba en pirarme. El humo del que tenía en frente me golpeaba con fuerza, llevaba al menos treinta cigarros en menos de dos horas de partida, sus brazos eran desmesurados en comparación con su cabeza, detrás de sus pómulos se escondían unos ojos azules que escudriñaban la realidad haciéndose los distraídos. Llevaba una camiseta de Artic Monkeys que no parecía que fuese a aguantar demasiado tiempo la presión de sus pectorales... Me daba un poco de miedo. Era un tío con una enorme influencia política y eso le permitía camuflar su enorme cantidad de hijos ilegítimos. Le llamaban Lorenzo el Pall Mall
A la vez, a mi lado se sentaba un tío bastante extrafalario, llevaba los cascos al cuello y podía escuchar todo el repertorio en aleatorio de su ipod, sin embargo no podía entenderlo. Era un joven bastante alto, moreno y con ropa catalogada como "normal". Era demasiado efusivo, me había dado varios codazos cuando había lanzado las cartas a la mesa con algún full mientras gritaba un "tomad hijos de puta!", no dejaba de beber coca-cola de forma compulsiva, le habían dicho que era barra libre con la primera apuesta y parecía que quería cargarse el capitalismo él solo. Cuando le conocí me contó una trepidante historia sobre un balazo que me dejó absolutamente asombrado. El tío decía que provenía de una larga extirpe andaluza, pero todos le habíamos visto en la tele como dueño del Corte Inglés, todos le llamaban Imanol.
A mi otro lado se encontraba una chica muy rara, parecía muy tranquila, pero había llamado imbécil a todos los de la mesa a la mínima que tenía ocasión. Yo había visto pisar la cabeza, literalmente a una mujer que le había dicho "Eres demasiado mona". Decían que ella misma envenenaba a sus enemigos y pasaba de matones. ¿Habéis escuchado alguna vez lo de que el asesino siempre llega con una sonrisa?, Pues eso. Sin embargo era alguien dulce, menos cuando jugaba, ahí daba bastante miedo. Llevaba dos esclavos atados con enormes grilletes y se hacía conocer como La Madame de Alcorcón. Yo tenía algo de miedito por ella también, llevaba una botella de sangría a su lado, siempre decía que no iba a poder acabársela, pero siempre la apuraba.
A su lado se encontraba un tío con gafas de sol y sombrero, estábamos en un sótano, eran las 3 de la mañana, pero él no se percataba. Iba bastante colocado, a cada calada decía "alegrida", su pelo le tapaba media cara y su Iphone no dejaba de pitar. Siempre que pasaba la camarera susurraba "¡qué modennna!", su mano se cerraba en su cara cada vez que se llevaba una mano y hacía un ruido extraño. A este le llamaban King of Queens. Ni puta idea del porqué.
En la otra punta de la mesa se encontraba alguien que acaba de llegar, pero se estaba llevando manos cabreandonos a todos. Llevaba una horrible pulsera en su mano derecha, venía con aires de buena, pero realmente era demoníaca, me sonreía mientras susurraba con un acompañante, después se reía a carcajadas.  Venía por que todos sabían que era de fiar, pero su suerte nos estaba dejando algo moscas. Ella era conocida como la Princesa del Pueblo y venía de San Blas
La partida se estaba calentando, los ases caían en la mesa, cada uno veníamos de un sitio diferente, pero el insomnio, las ganas de hablar y el riesgo de algo que no tiene más futuro del que le des a una noche nos unía. No importaba si ganábamos o perdíamos, sabíamos que a la semana que viene volveríamos a estar jugando al Texas Hold'Em, en ese sótano que olía mal, que no dejaba ver una mierda y en el que cualquiera podía guardar un arma. Podría ser una emboscada perfecta de nuestros enemigos, pero nos la sudaba. Juntos eramos fuertes, eramos invencibles. Vale, que si alguien hubiera entrado con un fusil no habríamos tenido mucho que hacer, pero la sensación no era esa. Durante esas noches de miradas, de "hijos de puta", de "Eres lo puto peor", de "ojalá te mueras" y de bebida gratis, se escondía una afinidad que sólo la da el vicio, el vicio de tener a alguien con quien compartir sin hablar.
Yo antes de jugar esas partidas hace dos años solía decir "Quien tiene una patata tiene un tesoro", ahora digo que quien tiene a algún pardillo al que desplumar y que le puede desplumar, tiene un filón. Pero en el fondo sé que las cartas dan igual, que si un día no tuviésemos la baraja nos lo jugaríamos a los chinos. No importa el juego, importa quien te llama "hijo puta" y tu reacción hacía él.
Quien tiene un cabrón de noche, tiene un amigo para todos los días.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Incandescente

Tomas se metió una ralla, no había nada más sencillo para él, bueno si, pero no era el momento.
Su pelo era negro, su flequillo caía por su frente y las patillas oscuras marcaban su rostro. La barba de tres días hacían sus rasgos afilados, no había contraste con su delgado cuerpo, los dos días que su madre le veía al año bromeaba con que tenía que mirarle varias veces para poder encontrarle. Sus camisas de cuadros blancas y azules, sus pantalones vaqueros de pitillo y sus botas componían su vestuario a menudo. No era especialmente guapo, pero tenía encanto, mucho, demasiado.
Luscile estaba con él. Ella era algo más joven, pero ligeramente más metida en la nieve. Era preciosa, rubia, ojos negros, con un peinado chelsea, vestidos casuales y un cuerpo que inducía a los días que empiezan con besos y acaban con cigarrillos. Él pasaba de ella, lo sabía, pero estaba demasiado enganchada a Tom.  Vivían en un cuchitril del extrarradio, allí nadie hacía preguntas, a nadie le importaba nadie. Era mucho mejor así.
Tom se levantó cuando Luscile se lanzó en busca de encontrarse, cogió una pistola que estaba en la estantería y se la ajustó a la cintura. Después se colocó la camisa por encima, pero su ropa tan apretada no dejaba duda a lo que llevaba en su espalda.
-¿Cuándo cojones vas a dejar de hacerlo?
-¿Cuándo vas a dejar tú de estar tan enganchada a esa mierda?
-¡Venga ya! Los dos nos metemos lo mismo, gilipollas.
-No me refiero a eso, me refiero a que te trate así. No te mereces que te trate así, cuando vuelva espero no encontrarte aquí.
-¿Qué coño dices?
-Que te pires, que encuentres a otro mejor. No te va a costar.
-¡Eres un gilipollas!
-No eres lo que quiero
Luscile cogió su chaqueta y se precipitó a la salida, antes se dio la vuelta y le gritó.
-Lo que quieres nunca volverá, lo dejaste escapar, no soy insuficiente, simplemente no puedes tolerar que alguien encuentre la forma de quererte. Te recuerda demasiado a que estás enamorado de alguien que murió, ¡no me mires con esa puta cara!. Su alma murió por ti, se perdió mientras tratabas de encontrarte. Conmigo no harás lo mismo.
La puerta se cerró de golpe y se pudo escuchar en todo el edificio.
Tom, se mordió el labio inferior y se fue al baño a mojarse la cara.
Lo que más le jodía de Luscile es que siempre tenía razón. Puta niñata.
Salió a la calle y se dirigió a su objetivo.
La puta niña tenía razón, había perdido todo una vez, ahora volvía a estar en una situación similar, si bien es cierto que nunca había querido a Luscile más allá de donde llegaba su cama. Con Clemenza había sido algo diferente, pero ella no decidió abandonarle, esos cabrones habían obligado a tomar esa decisión, qué coño sabía su familia de lo que le convenía a la chica.
Entró en un bar de la zona, el ambiente era bastante decadente, las luces parpadeaban y hacía algo de frío. Pidió una pinta y un chupito de Jack Daniel's, empezó a beber mientras sacaba una pastilla de LSD. Era el sitio, era el momento y a su lado tenía su objetivo. Odiaba cuando Luscile les llamaba "victimas", algo habrían hecho para que le mandasen matarles por aquellas sumas de dinero.
Observó el ambiente del local, había un joven trajeado con un vaso de vino, estaba leyendo uno de esos mangas que tan de moda se habían puesto en los últimos años, llevaba unos enormes auriculares al cuello y estaba en su mundo. En la otra punta del local había una joven rubia, parecía muy independiente y estaba leyendo a Ortega mientras tomaba una pinta de cerveza negra, pasaba de todo lo que había a su alrededor. En el medio del bar se encontraba su personajillo.
Tom era ciertamente morboso, le encantaba entablar conversación con sus objetivos. El hombre era menudo, en teoría era joven, pero vestía como un viejo sacado de otra época, su mirada estaba ciertamente desviada y parecía sufrir algún tipo de autismo. Sus pulseritas con la bandera de España le hicieron saber que era su objetivo. Tom se acercó a él y le invitó a otra de lo que tomase. Resultó ser que sólo bebía agua, las bebidas gaseosas le hacían soñar cosas malas y el alcohol no le sentaba bien. Le encantaban las mujeres bien recogiditas en su cocina, seducirlas era su máxima, pero guardaba resentimientos hacía todas las de su pasado, pues todas le habían rechazado. Era ciertamente retrogrado y hablaba de la nueva escoria, le dijo que él era diferente a pesar de que no le respetasen. Tom no veía la hora de sacar la pistola.
De pronto el tío del traje se levantó y empezó a gritarle, le había molestado mientras leía su manga, se fue del local gritándole que moriría virgen. Tom se quedó alucinado, pero peor fue cuando instantes después la rubia viendo insultada su merecida independencia le rompió la pinta en la cabeza y se fue.
Tom supo que ese era el momento, se dispuso a sacar su pistola.
Pero las puertas del bar volvieron a abrirse de par en par.
-¡Te dije que morirías virgen!
El tío del traje entro y empezó a dispararle a quemarropa hasta que vació su cargador y se fue profiriendo alaridos.
El tío del suelo le miró serio y medio muerto, después le dijo
"Es mi precio por ser diferente, no hay respeto"
Tom le mantuvo  la mirada y le dijo
-Ahora entiendo porque me contrataron, eres un plasta, men.
Se encendió un piti y mientras la punta estaba incandescente salió del bar con toda la naturalidad del mundo, dejando al barman flipando.


viernes, 10 de agosto de 2012

Otra

El joven estudiante rubio llegó a su casa, encontró una carta sobre la mesa, los bordes quemados, el sello de Berlin, el remite a boli rojo y el olor dulzón que desprendía
Hola,
¿Sorprendido? Yo si, pensé que nunca volvería por aquí, pero te aviso de mi llegada. Yo misma habré dejado esta carta en tu buzón cuando lo leas, no sé exactamente el porqué de escribirte ahora, pero lo estoy haciendo. No tendría que hacerlo pero lo hago. Sé que ahondo demasiado en prolegómenos, pero hay cosas que nunca cambian, ¿no?. Al menos tu lo dijiste así.
Te escribo y te digo que ya no volví a ser la misma, seguí buscando, pero nunca me dejé encontrar, hacía las preguntas a otros que tu no supiste responder, busqué tu Azul en ojos de todos los colores, pero todos acaban destacando por despedir vacío. No hubo forma de encontrar tu brillo, tu sonrisa ni tu piel, entonces cambié las tornas.
Ya no temo al azul del cielo que prometían tus miradas, ya no me engancho desde hace mucho, aprendí a mandar a la mierda sin que huela y a no sembrar... Siempre dijiste que era una princesa, a las princesas se les debe traer el desayuno, nunca siembran, pero siempre recogen. También prometí no quedarme con medias tintas, decidí que hacer el idiota no va conmigo y me vi obligada a madurar... En Berlín hace frío hasta para mi.
Me despedí de los pelos que brillan, de los que piden que los acaricies, me pase a los que se dejan ver de lejos, pero tampoco eran para mi. Entonces me dediqué a mirar el mio propio. Ya cesé de buscar cuerpos y encontrarme con sus mentes por casualidad... ¿qué digo? Cesé de buscar. A secas.
Te escribo también para decirte que si me ves no me intentes dar conversación, no la quiero, ni tus miradas que dan en mi rostro como balas perdidas, no quiero más heridas por tiroteos de otros. Soy nueva, más ligera y más simpática. Ya no tengo 17 y nunca los volveré a tener, no para ti. 
En definitiva, no te guardo rencor, aprendí a que no hay nada que perdonar a nadie antes de engancharme a lo que esconden tus labios. Ahora soy más yo de lo que era cuando nací, aprendí que debía crearme sola en lugar de intentar dejarme conocer. Soy yo más que nunca, soy yo. Estoy más guapa, deberías verme, pero hazlo de lejos.
Cuidate mucho, Norah.
El joven cogió la carta, la arrugó y siguió con su vida

miércoles, 8 de agosto de 2012

¿dónde fue tu alegría?

¿Conocen a Freud?
"Quien piensa en fracasar, ya fracasó antes de intentar
Quien piensa en ganar, lleva ya un paso por delante"
Cuenta una leyenda, de esas que hemos vivido, que había una persona que tenía una alegría interior capaz de solucionar los mayores problemas de la humanidad, una persona cuya sonrisa podía devolver la vida a un corazón inerte, no toleraba ver a nadie triste y ayudaba a levantarse a cualquier alma que tuviese los labios manchados de asfalto. 
Esta persona había cambiado su forma de ser, ahora era capaz de todo lo contrario, era capaz de traer la maldad al corazón más puro, se decía que a su paso las rosas se marchitaban, que sólo empleaba sus esfuerzos en corromper las balanzas de los dubitativos, la guerra sobrevenía a cualquier país que tenía su sellaba su visado y la peste volvió a ser habitual.
Los gobernantes no estaban dispuestos a esto, querían encontrar a esa persona desconocida y hacer que cambiase su actitud, en caso de no conseguirlo las armas serían su única baza. No podía tolerarse ese descontrol. 
Sonaban sirenas de fondo en la ciudad más puntera, la gente se agredía por el potente grito de un claxon, la policía hacía más controles de los rutinarios a quienes se cruzaban y siempre era fácil encontrar delincuentes, pero cuando los delincuentes son los ciudadanos inocentes... Se defienden. Había calles en las que corrían ríos de sangre literalmente, los abogados no daban de si con las demandas de divorcio, tampoco tenían mucho interés. Las farolas alumbraban de día y por la noche alguna parpadeaba, se hablaba de estado de sitio con una enorme ligereza. Las porras ondeaban al viento, los disparos volaban en tiroteos demasiado habituales, los navajazos eran moneda de cambio y los puñetazos el nuevo lenguaje. 
Las grandes avenidas estaban desiertas, los coches no tenían permiso para pasar y la policía a caballo cubría  la zona. Buscaban a una persona concreta, se decía que era una niña, que llevaba a dos chicos, ella se llamaba Empatía, ellos Desidia y Temor. Casualidades de la vida, el turno de los cuatro jinetes apostados en esa enorme calle les llevo frente a los tres personajes. Nada indicaba que fuesen a ser peligrosos. Ella no superaba los 15 años, era pelirroja, ojos grises muy brillantes, cara ovalada  y un vestido de lino blanco, los otros dos no superaban los 20, llevaban ropa normal, unos pantalones vaqueros y camisetas con estampados, uno tenía un flequillo negro azulado sobre el lado derecho de su cara, sólo se veía un ojo de iris púrpura, el otro tenía el pelo de punta, castaño, algo más alto y con los ojos verdes. Sonreía. 
Aquellos cuatro agentes no sabían que hacer, pero un odio les impulsaba a cargar contra ellos, sus caballos empezaron a ponerse nerviosos, pero les domaron y los dirigieron contra los tres jóvenes. Cuando estaban a menos de dos metros frenaron en seco, levantaron sus patas posteriores y los jinetes cayeron sin poder hacer nada. La joven se acercó a uno de los caballos
-A ti no te voy a necesitar.-Le acarició la cara y se desplomó con la mirada perdida.
Cada uno cogió un caballo, también las porras largas de los agentes. 
Se convirtieron en espadas, unas espadas largas y brillantes, con unos filos que silbaban al batirlas contra el viento. Así comenzaron a cabalgar hacía un destino que parecía concreto. 
El gobernante del lugar había sido informado y sitúo a sus mejores francotiradores en las azoteas aledañas al palacio de congresos. Cuando vieron llegar a la comitiva abrieron fuego. El cuerpo de la joven voló por un impacto en el tórax, sabían que no había negociación posible, que sólo podían acabar con ella. El cerebro nada puede hacer si Empatía había perdido su corazón.
Entonces todo se calmó, se relajo de una forma súbita y absurda, los conflictos en las calles cesaron, la policía no pedía documentación a la gente que la iba a entregar siempre, el conformismo se adueño de las calles de todo el mundo, la gente moría pero las ONG no hacían nada, esas campañas de metro eran absurdas, la gente escuchaba, pero les daba igual. Nada conmovía aquellos corazones. La gente iba a trabajar, volvía a casa, se sentaba hasta que era hora de dormir. No se aumentaba la tasa de nacimientos porque a nadie le importaba perder su linaje, el amor daba igual y las relaciones se mantenían para no cambiar los hábitos. Aumentó la tasa de suicidios, la anomia era colectiva, la indiferencia comunitaria y la ignorancia lo común. El dejar hacer la razón de estado, el dejar de hacer la política marcada y el desánimo el  interés popular. 
Los gobernantes antes querían solucionar la destrucción, ahora les daba igual despertarse al día siguiente o no. ¿Qué más daba? Al final todos iban a morir igual.
"Soñar en teoría, es vivir un poco, pero vivir soñando es no existir" Jean Paul Sartre

sábado, 4 de agosto de 2012

Aburrimiento, gangrena, filosofía y política

A veces está todo bien, pero algo queda muerto. Algún moribundo dice que la gangrena no es dolorosa, pero si genera angustia saber como se va consumiendo lentamente, la morfina no le va a dejar pensar en dolor, las endorfinas le preparan, pero sabe que se acerca esa hora. Lo terrible no es el dolor, lo terrible es la nada, el miedo a un vacío enorme, hay quien dice que tiene miedo a sentir... Ja, el miedo surge de la incertidumbre que nos da vivir... Ese miedo es la alegría de la vida, la angustia de no sentirlo, de no doler y no ser dolidos... Es lo que provoca el miedo más atroz.
Sentir lástima, afligirse con facilidad, sentir ansiedad por el futuro, el propio aburrimiento. Todo ello nos hace saber que habrá un mañana que nos dolerá, pero que coño, habrá un mañana.
Durante siglos se ha tratado filosóficamente la vertiente de la alegría hacía una trascendencia (Escatología) o la angustia ante un momento en nuestro futuro donde queda un espacio abierto hacia el más absoluto y completo vacío (un ideario de un corte alejado a la escatología de cualquier tipo). El primero se trata con fe y por ende con la esperanza de que suceda, el otro punto de vista siempre se ha tratado de una forma más pesimista, como una tragedia asumida en lo que acabará nuestra vida.
Pensándolo, mi mente extrañamente divergente ha llegado a una teoría, posiblemente otro autor comido por el opio, el caballo blanco, la absenta, la hierba que no se atreven a llamar buena y/o cualquier otro tipo de estimulante mental haya llegado a esto mismo.
Pensemos, si tenemos una conciencia de eternidad nuestros días no pueden ser vividos con completa alegría, es decir, sabemos que más allá hay una existencia que nos sustentará y que sea de forma de cielo/infierno, teoría de las 10 esferas, reencarnación en otro bichito, barcos y putas... Lo que sea, vaya. Esto nos haría no pensar más que buscar un remedio para conocer lo que viene detrás, en caso de todas las religiones trascendentes esta curiosidad se denomina suicidio y es la mayor deshonra a la propia vida, de acuerdo, en el sentido de las religiones de una índole cíclica nos encontramos con que el alma transmuta, pero no nuestros conocimientos, por ende nunca seríamos conscientes de nuestros pasos previos hacía un estado ligado al Brahman/Tao, o nuestro Kami no sería consciente tras cumplir su misión. Por ello, la muerte ha de llegar por si misma o sin consciencia a priori de un estado anterior.
Un ideal no trascendental nos llevaría a otra idea, la angustia que definen los autores existencialistas otorga un sentido único a la vida, ya sean estos autores o no cristianos, nuestra vida subyace en el temor de poder eliminarla, los actos que a ella atañen no suponen otra cosa que una responsabilidad absoluta y directa a nuestra voluntad, esta voluntad queda limitada en el punto que choca con la de los demás. Esta angustia implica que todo acabará y cierto miedo o resignación que varían según el caso. Lo suyo sería encontrar la eternidad dentro de este planteamiento derrotista, quiero decir, la eternidad puede estar entre un minuto y otro, en emplear los momentos de la vida como si fuesen eternos, cuando algo malo suceda conseguir que se superen y solventen con lo bueno vivido, no desear que algo pase rápido, sino aprender algo que deje eco en el tiempo, puede que no nos llegue a ser útil, pero nadie sabe cuando tiene a un futuro premio Nobel a la cara, la historia está hecha de miles de pequeñas aportaciones. ¿Sabéis lo que dice la Teoría General de Sistemas? Cada uno de nosotros somos un pedacito de algo más grande, de un sistema superior, un sistema que sólo es superior porque está compuesto por muchos inferiores que le crean, este sistema se agrupa con otros de su nivel para conformar otro más grande, y así sucesivamente. A un rango inferior, nuestro propio cuerpo va formado por sistemas inferiores, todos los sistemas son esenciales, pues el fallo de uno puede suponer la ruptura del sistema provocando un trastorno en ramas superiores.
Pensad ahora en la política, la política en Europa se rige en torno a un "ideal democrático", este sistema llamado Europa se divide a su vez en sistemas más pequeños, se pretende hacer "Europa a Dos Velocidades" esto implicaría una división de los sistemas en dos con subsistemas que antes estaban en un mismo rango, así se evitaría una destrucción del sistema, pero... ¿No es esta estructuración una ruptura en sí misma?, quiero decir, se rompe el sistema para conformarlo de nuevo. Sigamos, dentro de estos dos sistemas se encuentran elementos equiparables, les vamos a denominar como "Países", dentro de esos países hay múltiples divisiones que no son equiparables de forma externa a otros regímenes, cada "País" tiene su división propia y no puede compararse con otra. Si partimos pues de la premisa que son subsistemas no equiparables, no puede darse un sistema superior, por tanto, Europa no existe. Vamos al caso del País al que denominaremos como "España", está compuesto por varios subsistemas, 17 en concreto, pero estos tampoco son equiparables, no existe un rango que les haga uno, sólo una expansión territorial que lo concibe como tal, al igual que Europa es un ente denominado por su lugar en la tierra, se sabe perfectamente que en casi todas las ocasiones se conforman "Países" o "Continentes" por la ubicación geográfica, pero ¿ quién concede el criterio de País y no el de un subsistema que llamaremos "Comunidades"?
Si comprendemos que esas Comunidades no gustan de conformar un todo... ¿por qué han de conformarlo?.
Aún hay más, pero hoy no, que me aburro


El cine ayuda, si, lo hace.
Auden
"Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last for ever: I was wrong.

The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood.
For nothing now can ever come to any good."

miércoles, 1 de agosto de 2012

Abdul

Abdul tomaba un sorbo de un cartón de leche que llevaba su rostro, se había acostumbrado al missing en dos meses, tenía 16 años y ganas de vivir, según su filosofía de vida, cuatro paredes no pueden albergar algo sano. Había escapado, ahora vivía en otro habitáculo, pero la censura de sus padres adoptivos no le iba a someter, sus trapicheos le habían granjeado fama y tenía dinero suficiente para mantenerse y seguir labrando un porvenir. Sus ojos eran grises, sus rasgos poco marcados, su tez de un tono ocre, un pelo completamente negro y rizado que le encantaba alborotar y una sonrisa blanca como la nieve. Destacaba entre los nativos londinenses, pero nadie le distinguiría en un barrio con abundancia de población pakistaní, o eso creía, sus ojos le delataban, no era un inglés, pero tampoco era un joven árabe. Sentía sus raíces, pero no sabía bien donde estaban. Decidió irse a ver Greenwich, había conocido a una joven en una concentración de jóvenes conservadores, ambos tenían algo en común: No eran como los demás.
Una vez allí, llamó a la joven y quedaron en una zona verde, no había contado con que la gente de Greenwich se daría cuenta del joven de los cartones de leche. Tampoco había recaído en lo mencionado al principio, su foto aparecía en el cartón que bebía.
Lucille, era rubia, como todas en aquel dichoso país, podría decirse que sexy, no tenía nada de salvaje en su pose, pero si en sus actitudes... Al menos eso le decía a ella para que se callase, realmente era como los demás. No iba a entenderlo.
Así fue, ambos acabaron compartiendo estrellas de una noche algo nublada, la luna se asomaba tímidamente a ver que hacían, pero no se atrevía a decirle que eso acabaría pronto. Lucille criticaba a las jóvenes que conocen todos los techos del pueblo, pero ella se sabía perfectamente la posición de todas las estrellas. El sexo acabaría en discusión, ella se fue llorando y él decidió quedarse un rato en el césped. De aquella forma se quedó dormido arropado por una manta que había estado bajo su idilio y que ahora le daba el calor necesario. Pese a las palabras de la joven no pensaba volver, no se sentía valorado ni comprendido, no sentía el calor que necesitaba, Londres era una ciudad que se le quedaba grande, extraña y fría. Él necesitaba algo o alguien que le atase, desde luego sabía que Lucille no era la persona.
Cuando dormía escuchó un ruido, de pronto un par de ciervos se situaron frente a él, se miraban como cuchicheando, cuando se levantó ambos se pusieron en una actitud hostil, paulatinamente se fueron convirtiendo en seres humanos bastante incompletos. Abdul creía que estaba alucinando, pero esa noche no había fumado tanto. Observó que nada era igual que antes que al acostarse, ahora se encontraba en un bosque completamente denso, abrumado por la niebla y que no permitía ver casi nada. Los hombres-ciervo le miraban fijamente. Su cornamenta sobresalía por sus cabellos, su boca no estaba compuesta por una mandíbula, sino que aún tenía más de hocico que de boca y nariz. Sus cuerpos desnudos estaban por completo cubiertos de pelo y sus ojos le miraban con un extraño brillo. Tras él escucho un ruido extraño, se dio la vuelta y vio a un hombre colgado graciosamente de una ligera rama, su cabeza giraba casi por completo, sus ojos eran descomunales, su boca acababa en pico y de sus brazos salían plumas.
Abdul quería gritar, pero temía asustarles y que le hiciesen algo, no eran dementes, ya que esas formas no podían ser disfraces. Se miró las manos y llegó la sorpresa. Eran zarpas, su cuerpo estaba cubierto de pelo, notó su boca y era un hocico como el de los ciervos, pero bastante más prominente. Notaba que se iba achaparrando hasta que sus "manos" tocaron el suelo. En ese momento sintió su espalda reestructurarse y crujir de una forma demencial, su cuerpo le pedía que alzase la cabeza y gritase, así fue.
Todo el pueblo de Greenwich vibró, llevaban años sin oír lobos, eso era realmente extraño.
Abdul tenía esa libertad ansiada, se había desecho de sus ataduras, tampoco había ropa que le atase a su pasado, la gente se cansaría de buscar y él podría encontrar su lugar en aquel extraño lugar.
Echó a correr para comprobar sus límites