sábado, 27 de julio de 2019

Quiere

La primera vez que fui infiel no fue de una forma física, ni tan siquiera tenía conciencia de que fuese una infidelidad. En perspectiva puedo entender un te quiero más profundo que casi cualquier polvo. Pero ahí sufrí lo que es que alguien te traicioné y te sea infiel, sería injusto decir que eso me convirtió en la mierda que fui, pero me ayudó a romper mis valores y a justificar mis decisiones.

Sin embargo, tuve conciencia de la primera vez que sucedió físicamente. Estaba borracho, la excusa de alguien de 20 años. El sentido, el sentimiento y la angustia. El sentir que estaba fallando a alguien dividiendo mi cuerpo entre dos intimidades, el saber que estaba fallando a todo lo que había defendido, el entenderme en una terrible resaca como una basura humana, la ruptura al día siguiente sin poder mirar a alguien a la cara, el inicio de mi fin, más alcohol, más marihuana, menos existencia, menos humano.

Pero mi fin no llegó ahí, no llegó tampoco en la siguiente vez, no llegó cuando mi boca decía que no entendía a las mujeres y mi cuerpo decía que era un capullo. No llegó cuando otras personas fueron infieles por mi culpa, no llegó cuando fui un mercenario a sueldo de mi eyaculación compulsiva. No, no llegó ahí. No llegó cuando no me importó más que follar, ni cuando sentí que no tenía ética a la hora de conseguir sentirme deseado.

No llegó cuando entendí que mi empatía era utilitarista, que no me ponía en la piel de otro, que las ofensas sobre mí pesaban más que las que yo causase a cualquier persona. Que mi rencor era muy superior a lo que yo podía ofrecer al mundo

También recuerdo cuando comprendí que todo había girado en torno a lo que mi ego exigía, y exigía mucho.Y no dejaba de exigir. ¿Sabías que los peces en un acuario suelen morir por exceso de alimentación? Hay un problema en esos peces derivado de su instinto evolutivo que les lleva a comer hasta morir, en libertad nunca tienen esa posibilidad, entonces cuando sienten que pueden seguir comiendo sin parar lo hacen, hasta que mueren, les duele, les duele muchísimo, después de eso sus compañeros suelen comérseles. Poético.

Mi ego al final pasó por esto, comió tanto que terminó explotando de la manera más estúpida. Se sació y siguió comiendo. Cuando tuvo todo lo que podía comer, comió más, sintió que todo estaba a su alcance y lo alcanzó. Mi ego se folló a todo lo que pudo, y me acabó follando a mi.

Un día, explotó. Y él no sufrió, él siguió dejando sus resquicios, empapando todo de mierda, como reventar un globo lleno de agua sucia. En ese momento me sentí mal conmigo, me sentí fatal, me sentí destruido, como si la muerte de mi ego me hubiera dejado una herida indeleble que jamás podría superar, como si ese globo hubiese detonado dentro de mi pecho con una carga absurda de dinamita. Yo fui mi propia mecha.

Ese día lloré, lloré mientras conducía. Siempre he sabido que decir en casi todo momento. Esa noche no supe reaccionar a nada ni a nadie, pero en ese momento supe que algo se había roto en mí. Desde ese día, me dediqué a autodestruirme. Perdí el sentido de mi vida, perdí mi camino y perdí mi forma. Entendí que lo que había destrozado mi vida era mi ego, que mi ego se alimentaba de mis palabras y de lo que ellas provocaban en las personas. Renuncié a volver a usar mi principal punto de favor. Me seguí autodestruyendo.

Hay muchas formas de olvidarte del dolor que sientes y yo encontré una que me fue anulando como persona, entendí que lo que está muerto no puede morir, entendí que mi fin, el que llevaba buscándome desde hacía 10 años, estaba en mi propio fin. Alejé a muchas personas, pero había perdido mi posibilidad de usar las palabras para ello, así que empecé a basarme en actos. Y conseguí alejar a casi todo el mundo. Me cerré en mi mismo durante 2 años, tenía relaciones sentimentales, afectivas y amistosas, pero casi todas vacías, vacuas y que se correspondían a la imagen de un callejón sin salida.

Una noche me destruí, no supe bien cómo llegué a ello, pero llegué. Perdí el control y me excedí en lo que fumé. Normalmente cuando fumas marihuana sientes una sensación placentera, la marihuana funciona en nuestros puntos de placer, nos provoca una sensación de falsa calma y después comienzan los efectos psicoactivos (clase básica sobre narcóticos en el cuerpo, lo siento). Ese día los efectos psicoactivos fueron algo absolutamente impredecibles. Cuando di la primera calada comencé a toser (yo, que llevaba fumando años), entendí que era la forma que tenía mi cuerpo de decirme que había fumado demasiado, pero no le hice demasiado caso y me lo acabé. Todo empezó a ir muy despacio, muy, muy, muy despacio. Levantaba mi mano y no podía, me dolía el pecho, bastante, empecé a angustiarme fuertemente y el dolor comenzó a crecer. Sé algo de meditación y entendí que estaba teniendo una taquicardia, podía frenarla simplemente con la respiración. Conseguí frenar el dolor, pero el pulso había empezado a ir a mil en algún momento y eso no se solucionaba. Me metí en la cama, me hice un ovillo y empecé a sentir que todas las preocupaciones que había tenido esos dos años de anestesia me atacaban de forma organizada y dolorosa, me decían quien era, me decían lo que yo mismo veía en mi. Todas esas ideas tenían una forma física, nítida y coherente que me las decía, como un reflejo de mi mismo acusándome de haberme destrozado por dentro. En el punto álgido de los reproches se hizo el silencio más asqueroso y abyecto. Una de las peores sensaciones que he tenido en mi vida.

Me levanté tambaleándome por el colocón, me di una ducha y me volví a lavar los dientes, me miré en el espejo y entendí que en ese martes a las 2 de la madrugada ya no quedaba nada de lo que fui. Ni para lo bueno, ni para lo malo. Nada. No había nadie detrás de esa mirada perdida. Dentro de muchas corrientes religiosas se conoce como despersonalización, ¿os suena el Nirvana? pues se aproxima bastante, no es una sensación agradable.

Entendí que me estaba castigando por algo que ya no podía solucionarse y que mis flagelaciones habían durado mucho tiempo. Eran las 3 de la mañana. Me puse el despertador a las 7 y cuando desperté empecé a encauzarme de nuevo. Ese día volví a nacer, pero como una persona distinta a lo que había sido en 29 años, pero con todos los problemas que acarreaban esos 29 años.

Hoy me he entendido, me he atrevido a escribir con la perspectiva que dan los últimos 2 meses de cambio diario y os doy las gracias por haber leído hasta el final. Ojalá nunca tengáis que perdonaros durante tanto tiempo.