sábado, 29 de noviembre de 2014

Que restallan los recuerdos que no se nos dejaron crear

Que restallan los recuerdos que no se nos dejaron crear
A veces sonamos a despedidas, otras, sin embargo, crees que se abren las puertas de los nuevos cielos que no esconde la piel.
Que, al final, sólo somos un módulo dispuesto a ser abismo, que somos prescindibles, que no podemos permitirnos ser necesarios. Que quien nos necesite llame, que ya veremos si estamos, que es muy de noche y se te achica la cama sin las vueltas de otra noche comiendo techo por quien no supo existir.
Que quien sabe abrirse no lo suele hacer por vicio, que nadie se atreverá a mirarte a los ojos como yo para decirte que todo va bien. Porque no va bien, porque nunca supe mentir, que ya me ves, que tampoco tengo intención de convencer.
Que dicen que las sonrisas abren todas las puertas, pero nada dicen de cómo cerrar una herida que no debió abrirse. Que somos las cartas que nos escribimos a nosotros mismos, Que somos locura transitoria, que somos estados alterados de conciencia. Que somos la explosividad de un gramo de LSD, que somos la calma de una tortuga hibernando.
Que somos besos, caricias y gemidos, que somos lágrimas, gritos y recuerdos. Que más historia tenemos que vida por delante, que esa tos ya no es normal, que acabarás con la maldición de lo que arrastra tu sino.
Que no, oiga, que no volveremos a ser aquellos.
Que, no, oiga, que no podemos permitirnos colectivizar.
Y cuidado, y recuerda, que siempre hay alguien mirando, que de curiosos está el mundo lleno, y, recuerda, también, que nadie va a hacerte culpable de tus llantos, que siempre puedes culpar a alguien que pase por allí, que ya se encargará la presunción de inocencia a hacer que todas estas líneas tengan sentido. O no.
Que no, que no, que no, que nadie va a hacernos culpables de mirar a los ojos a alguien y decirle que ya basta, bueno, nadie va a hacernos culpables mientras nos mira, que después todo el mundo está capacitado como juez popular y damnificado. Y es que es curioso, pero cuando alguien de cerca sufre todos somos partícipes de su problema, pero la realidad se torna diferente, no es altruismo, es autocomplacencia.
Pero para éso existimos, ¿no? que escuchar a alguien es más barato que la manta y la tele, pero que algunos seguimos prefiriendo la sonrisa, aunque sea de mentira, aunque sepamos que no hay nada, aunque lo que te une con alguien sea La Nada, ésa diosa que te ampara cuando estás triste, tríste, tan triste que los latidos de tu corazón te dicen que ya es tarde para seguir despierto. Cuando esos insignes cabrones que te fallan cuando subes una cuesta te dicen "Eh, Melchor, toca dormir"
Pero nos queda el tabaco, los sueños y las ganas de no vernos.
Que la vida es muy puta, si, pero éso ya lo sabíamos, ahora solo queda ahorrar para comprarle regalos y que nos siga haciendo el amor cada mañana.
Que al final solo quedamos dos, tú y tu vida.
Y que tenía razón Neruda, que puede que estos sean los últimos versos que te escribo, o puede que la noche este estrellada, ¡yo qué sé!
Pero sé que la existencia brilla más o menos igual. Y que si la vida nos quiere putas, pues habrá que aprender de ella.
Que restallan los recuerdos que no me dejaste crear, vida.
Que restallan, hoy más que nunca, y sin razón aparente