viernes, 26 de agosto de 2016

mierda

Durante siglos se ha pensado que es el exceso de sonido el que conlleva a la distracción, pero, en mi opinión, es la realidad del silencio de los sonidos el que lleva al insomnio, y éste-por extensión-a la distracción.

Dicen que no se puede vivir de un sueño, pero bueno, tampoco se podía vivir de la historia, de la música, de la pintura, de internet... Y mira, quizá siempre estemos equivocados, solo el tiempo es capaz de quitarnos la razón. Mal que un día seamos capaces de hacer productivas nuestras horas de sueño. Quizá no queramos despertar para no darnos de bruces con lo absurdo de una realidad que nos permite resguardarnos en imágenes en cascada por recuerdos que nunca llegaron a existir. Quizá seamos fetos de la potencialidad de la vida que podremos llevar. O quizá no. Mi nombre es.

Quizá nuestra necesidad de pseudomantener nuestra intimidad se esté convirtiendo en nuestra debilidad a la hora de poder existir individualmente, pues hoy en día cualquiera puede plantearse como único, pero la globalización permitirá comprender que se equivoca. ¿no me crees? Es fácil, intenta inventar una frase, después búscala en Google, a alguien se le ha ocurrido antes. Pero, si no fuésemos capaces de pensarnos diferentes, ¿cuan reducida sería nuestra esperanza de vida? Porque la de existencia autocomprendida sería nula, pareja a la conciencia del yo. Ánimo.

Nunca hemos sabido exactamente quiénes somos, en la actualidad la gente disfruta diciendo que está "encontrándose" hasta los 30, o, tras un divorcio o pérdida, a los 50. Siempre he pensado que eso de encontrarse vale cuando tienes 14 años, no más preocupaciones que las futilidad de tu propia existencia y aún no te haya picado el gusanillo del corazón. A partir de ahí no estás encontrándote, a partir de ahí estás creándote a ti mismo, a tu conciencia, a tu sensación del bien y del mal, creando un baremo que sirva para enclaustrar tu realidad, para después derrumbarlo y poder dejarte creer libre.

A lo mejor seamos simple mierda, esperando a salir por el conducto adecuado; mierda, en definitiva, que huele, que embarga el ambiente, que te pudre con ella, mal sea que nuestros corazones estén repletos de ella y el tiempo quite la razón a la medicina moderna sobre los bombeos de sangre. No te vacíes, aunque te sepas mierda.

Puede ser que estemos hechos de nube, que solo se conocen a unas 1000 personas en nuestra vida, y si los demás no existieran a nadie le afectaría, somos nuestro propio mundo, estés encerrado en 5 metros cuadrados o vivas rodeado de gente, mal que ésta sean en su mayor parte maniquíes.


Quizá nuestros corazones entren a la sazón de ser una absurda cadena de mensajes de whatsapp sobre cómo mantener la confidencialidad de nuestro número de teléfono. O quizá tampoco.

O quizá es que siempre hay días y días, ya sabéis, unos días mejor, otros días peor, pero todos los días mal. O quizá bien, es tarde.


Quién sabe, sobre todo, a quién le importa una mierda que seamos mierda.