lunes, 27 de agosto de 2012

Peso Wélter

Hace tiempo comprendí que el miedo y las dudas no eran de tu patente, sencillamente alcanzaste a ser reminiscencia de un pasado mejor.
Vi miles de ojos, sentí muchas tinieblas, pero nunca más me encontré con tus dudas. Ni en sueños, tampoco volví a tener pesadillas. Soy más coherente y los besos que llevan un made en tus labios ahora son exclusivamente patrimonio de objetos perdidos. Las promesas que daban tus ojos las censuraron tus labios, y es que los "te quieros" sobran cuando los marcapasos solamente sirven para contar los días en los que coinciden las sonrisas, cuando los diques que pones al mar parecen de papel y cuando tu mayor firmeza es lo dubitativo de tu despedida.
Puede que todo esto parezca enrevesado, pero siempre me gustaron más los árboles que las playas, las esperanzas que las promesas y los amaneceres que los ocasos. Dicen que el tiempo todo lo cura, se equivocan, el orgullo y el honor tienen más cojones que los relojes. Al fin y al cabo, lo primero lo construimos cuando queremos victorias y los relojes de arena no sostienen castillos cuando llega la marea.
Esto no es una oda al rencor, amigos, esto es un grito de un grillo que no soporta el calor, una oda al sinsentido de los espejos de Valle-Inclán, la desesperanza de la tripulación de Ulises o el silbido de los molinos que no encontraron la cordura de Alonso Quijano.
La distancia no la forman los kilómetros, pregúntale a los sentimientos. Esto no es un reclamo, esto es un hasta nunca pasado, llega Septiembre y con ella las cenizas cambian de color.
¿recuerdas mi frase? Los ojos mienten, los besos no saben.

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