viernes, 10 de agosto de 2012

Otra

El joven estudiante rubio llegó a su casa, encontró una carta sobre la mesa, los bordes quemados, el sello de Berlin, el remite a boli rojo y el olor dulzón que desprendía
Hola,
¿Sorprendido? Yo si, pensé que nunca volvería por aquí, pero te aviso de mi llegada. Yo misma habré dejado esta carta en tu buzón cuando lo leas, no sé exactamente el porqué de escribirte ahora, pero lo estoy haciendo. No tendría que hacerlo pero lo hago. Sé que ahondo demasiado en prolegómenos, pero hay cosas que nunca cambian, ¿no?. Al menos tu lo dijiste así.
Te escribo y te digo que ya no volví a ser la misma, seguí buscando, pero nunca me dejé encontrar, hacía las preguntas a otros que tu no supiste responder, busqué tu Azul en ojos de todos los colores, pero todos acaban destacando por despedir vacío. No hubo forma de encontrar tu brillo, tu sonrisa ni tu piel, entonces cambié las tornas.
Ya no temo al azul del cielo que prometían tus miradas, ya no me engancho desde hace mucho, aprendí a mandar a la mierda sin que huela y a no sembrar... Siempre dijiste que era una princesa, a las princesas se les debe traer el desayuno, nunca siembran, pero siempre recogen. También prometí no quedarme con medias tintas, decidí que hacer el idiota no va conmigo y me vi obligada a madurar... En Berlín hace frío hasta para mi.
Me despedí de los pelos que brillan, de los que piden que los acaricies, me pase a los que se dejan ver de lejos, pero tampoco eran para mi. Entonces me dediqué a mirar el mio propio. Ya cesé de buscar cuerpos y encontrarme con sus mentes por casualidad... ¿qué digo? Cesé de buscar. A secas.
Te escribo también para decirte que si me ves no me intentes dar conversación, no la quiero, ni tus miradas que dan en mi rostro como balas perdidas, no quiero más heridas por tiroteos de otros. Soy nueva, más ligera y más simpática. Ya no tengo 17 y nunca los volveré a tener, no para ti. 
En definitiva, no te guardo rencor, aprendí a que no hay nada que perdonar a nadie antes de engancharme a lo que esconden tus labios. Ahora soy más yo de lo que era cuando nací, aprendí que debía crearme sola en lugar de intentar dejarme conocer. Soy yo más que nunca, soy yo. Estoy más guapa, deberías verme, pero hazlo de lejos.
Cuidate mucho, Norah.
El joven cogió la carta, la arrugó y siguió con su vida

1 comentario:

  1. A veces dejar de ser nosotros mismos es lo mejor que podemos hacer.
    Me gusta el tema del exilio, Berlín... alienarse de uno mismo para poder encontrarse.

    Un abrazo:

    V

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