viernes, 12 de abril de 2013

¿Albricioso?

Y al final somos demasiado profundos para quedarnos en eso de no pensar.
Qué más importará mañana a quien culpemos, dónde habrán ido mis faltas de ortografía y el mal gusto a la hora de tratar temas complejos, qué más da, a estas alturas no toca preocuparse por ellos, fueron a mejor vida y la mía va pasando.
Me costará volver a usar el plural, me costará volver a sentarme con tranquilidad a no pensar, pues las heridas más abiertas son las que no saben dejar de sangrar.
Eso de sangre, sudor y lágrimas, vinimos a convertirlo en sentimiento, orgasmo y balas, somos las palabras que dijimos, dueños de los silencios nos dicen, jeje, esos son los que nos hacen esclavos, dice más una mirada baja y un gesto que todas las palabras que se hayan podido compartir.
Pero hoy y en día quién va a leer cosas del corazón, los sentimientos quedaron para los pobres de autoestima y esnifadores del pegamento que nos ata a la esperanza, qué somos sino salitre en los viejos cascos de un barco de metal fundido. Y más allá de todo eso, quién va a pensar en nuestra historia si nosotros no podemos salvarla.
Y quememos las estelas, fundamos el hierro y calcinemos los azulejos, nadie se preocupará por nosotros cuando estemos muertos, y si al fin y al cabo somos muertos en potencia, a quién le va a importar un muerto en vida.
-Tienes que vivir, tienes que luchar
-Oh, el silencio te hace una persona preciosa, así que dedícate a él.
Siempre fui de escribir tragedias, el amor albricioso no se me antoja creíble. Qué le voy a hacer, eso de la comedia se lo dejo a quién sepa ser frívolo o esté maldito por la buena suerte.
Venga, hoy me toca bailar un vals a la sombra que producen las velas más barrocas, ¡pero que arda Troya esta noche! No somos agua, si el ser humano fue hecho en estado sólido es para que sea consciente de la consistencia de sus errores y de sus tragedias latentes. Pero al fin y al cabo para eso evolucionamos, ¿no?, para sufrir por el miedo a lo que venga, por sufrir por el dolor, y por anhelar lo perdido, sufrimos por triplicado, pero somos flojos, tampoco sabemos morir de pena o inanición, por eso nos ponen el dolor en tres cómodos plazos con grotescos intereses.
Eh, pero calma, que a este desastre invita Melchor, vamos a hacer las cosas mal por un tiempo, todo el mundo sabe que para entender la felicidad, hay que vivir como un santo y disfrutar como un cabrón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario