viernes, 9 de noviembre de 2012

Julliet y Desidia

No me mires así, ya sabes que tú eres de madera y yo de carne, venga, déjalo, no me claves el azul brillo de tus cuerdas, para un poco o tendré que llevarte conmigo... Y es que sabes que no eres sólo tú, que te prometí no volver hasta ser mejor y estás ahí sentada mientras no cejas en los empeños de que te de conversación de sofá y manta... Que no, confía en mi Julliet, que ahora no es el momento... Que oyes mis lamentos escritos y lees mis maldiciones sonoras, que sabes de mis sinestesias y de mis sinsentidos. Que mira si eres golfa, me miras desde esa butaca amarillenta con tu camisón negro, ese que siempre he despreciado, ¿qué hay mejor que tus acordes al desnudo? ¿cómo no te voy a querer?
Y en el año que llevas en mi cabeza sólo un par de meses te he tenido entre mis manos, eres reina y princesa, no hay dominios ni casas nobiliarias que guardar, no cuando nuestras texturas sabían de qué trataba esta historia. Y fue sentirse idiota y torpe en las manos de algo que había permanecido impoluto. Quizá me faltaba experiencia en eso de mover las cuerdas y conseguir los sonidos más bonitos.
Y se rompió tu mástil un mes después de que quebrase mi razón, parecemos dispares, tu con sinuosas vetas en el cuerpo, un mástil pegado y miles de canciones que gritar, yo con el corazón hecho grietas desde que recuerdo, con una mente hipotecada y mil libros que escribir.
No, tranquila, no hablo de otra, hablo de ti.
La madera barnizada con un toque de indiferencia y el metal frío del invierno en las sonrisas te hacen parecida, pero sólo hay una.
Y que cosas tiene el pasado, que nos une inexorablemente... Y es que pequeña, cómo no iba a compararte con el sentimentalismo si tenéis los mismos ojos y el mismo cuerpo... Y cómo no iba a compararte conmigo si hace tiempo que tocándote en indie sólo sale blues

No hay comentarios:

Publicar un comentario