jueves, 15 de noviembre de 2012

El panadero protagonista

La demencia se había adueñado del panadero, el paisaje postapocalíptico no suele mostrar a los panaderos, no son heroicos, no son personas con vidas profundas que contar, son panaderos... Pero ese señor había evolucionado y vivido más que cualquier pseudónimo. La pérdida de su lugar, de su mujer, sus amigos, sus hermanos y de sus hijos le habían tornado un ser brutalmente roto.
Miraba desde una colina, el viento movía su pelo desaliñado, desafiaba la rigidez de su abrigo gris, las cenizas impactaban contra sus enormes gafas, las zapatillas azules habían perdido su tinte y se mostraban pálidas, sus ojos no querían brillar y sus preciadas manos se habían convertido en callosidad... Ese otoño iba a durar demasiado.
Justo hacia un año pensaba que no era más que un conato, justo un año atrás empezó a ser consciente de la envergadura de lo que estaba llegando con ese juego de dos, justo un año antes empezó a llover mientras sonreía, y ahora no tenía nada. El betadine curaba heridas, su pan curaba el hambre, el agua saciaba su sed, la navaja le defendía de sus enemigos, y el alma seguía rota. No había tiritas que curasen dos trozos rotos.
El paisaje era demencial, los edificios estaban derruidos, no había cadáveres, todos estaban luchando en otro lugar y allí morían. No había esquina que no tuviera una hoguera, no había ni un alma, pero si muchas personas. La luna brillaba más blanca que nunca, quizá los sentimientos perdidos y los sueños rotos le servían como alimento. Los aviones apenas se empleaban, pero observando desde esa colina vio a dos, uno frente a otro, se aproximaba el uno al otro, era todo muy tranquilo, nada parecía que fuese a pasar, simplemente un ligero impacto y luego nada... Pero la explosión fue demencial, el cielo se iluminó un poco más, las nubes convertidas en brillo naranja y los ojos de quien lo veía volvieron a brillar, pero del odio habitual.
El panadero sintió que había alguien cerca, se dio la vuelta y una figura le observaba. El pelo suelto retaba al aire, sus ojos no se dejaban ver, su pantalón era verde y su sudadera azul. La piel estaba magullada, pero aún así guardaba un brillo único.
-¿Por qué estás triste, panadero?
-No tengo razones para sonreír, no quedan motivos en una luna demasiado grande para un mundo tan enfermo, es como cuando decían que alguien tiene un gran corazón cuando acababa de destrozar una vida
-Las cosas ya no son las mismas
-Ni nosotros lo somos, qué puede tener un mundo así para llamarlo hogar. Sólo fuego y miedo, sólo desidia y complejos evidenciados camuflados en rebelión por la subida del pan
-¿qué ha cambiado en nosotros?
-¿qué se mantiene igual? Hemos pasado un apocalipsis, nada es lo mismo, no hay piedra sobre piedra, ¿quién querría ser el mismo?
-Yo mantengo mis sentimientos
-Eso es lo único que nos queda a quienes no hemos ido al frente, que podemos mantener una razón para seguir adelante
-¿Son tus sentimientos una razón para seguir adelante?
-Eres en mis sentimientos, si es tu duda. La esperanza no es algo que nos sobre, el otro día vi que un buhonero traía frascos con esperanza y tiritas para el corazón, pero ¿quién me va a curar la pena, los miedos y las reticencias cada vez que hablas?. Nunca supe leerte, sé de quien puedo fiarme y por donde cojea, pero tú... No, ni de coña. Y los sentimientos son la única razón para seguir viviendo, y la única razón para morir por algo, pues podrían decir que estamos muertos cuando se acaban las constantes vitales, pero si alguien nos sigue llorando, seguiremos existiendo... Cada lágrima es un recuerdo, cada sollozo un sentimiento, cada noche sin dormir las velas que dejas por alguien, cada sueño un corazón que alimenta el brillo de esa luna sádica
-La luna nos deja seguir adelante
-La luna nos recuerda lo lejos que está de nosotros, cuanto peor estamos más grande la vemos, no es para alegrarnos, es para darnos la última estocada, el brillo más puro e inútil nos da la cicuta y nosotros nos alegramos.
-¿Qué cicuta?
-La esperanza de que todo va a salir bien
-Y luego nunca sale bien
-Eso es por lo que miro desde arriba la ciudad
-¿Tienes miedo, panadero?
-Quien nada tiene que perder, nada debe temer
-Te queda tu vida, ¿no te importa perderla?
-¿Vas a quitármela?
-Pobre iluso, ya es mía




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