martes, 20 de noviembre de 2012

Canales y bicicletas

Porque aunque fuese por un rato, Madrid volvió a oler a chocolate y vainilla.
La lejanía, los días raros, la inconmensurable sensación de cambios, la libertad, los líos, el vértigo de los canales de agua, las noches sin dormir, las habitaciones que ya no le apresarían más... La humedad y el jodido frío. El pelo descansaba sobre su frente al empezar la noche, Dani era un joven diferente a lo que te puedas encontrar en las calles de una ciudad como Madrid... Pues al fin y al cabo, una urbe es una urbe, pero son las personas la que entonan sus colores.
Era una noche extraña, una noche de extrañar y de las que te pesan, pero en esa no iba a discernir entre el bien o el mal, no había jueces, no había juzgados, no había legalidad, nada era necesario, pues todo había sido deslegitimado cuando empezó a afinarse en Sol una preciosa y única guitarra.
Quizá habían bebido todos demasiado, quizá se habían pasado de vueltas, quizá los cafés de lo que se debate entre madrugada y mañana quedaban fuera de lugar. Pero no en aquella habitación
Cinco personas debatían sobre cosas sin sentido, el amor, el desamor, el odio, si es legítimo hablar de la juventud en rasgos generales... Quejas contra hogares que no comprendían las molestias que causa la libertad... Sobre hogares que ahogan espíritus que sólo necesitan aire para no estrangularse en el yugo de la incomprensión. Entre esas conversaciones salió a colación su guitarra.
Eran tres chicos y dos chicas, estaban tan tirados entre esas cuatro paredes que nada parecía importar de verdad, que el sol amaneciese por donde le apeteciese, ellos no iban a verlo como algo extraño. Posó esa guitarra de color burdeos en sus piernas, la afinó y después empezó a tocar. Canciones que todos conocían, canciones que hablaban de la coyuntura de amores que no se quieren bien, de amor con el sentido más violento de la forma amar. Todos iban quedándose a sus lados, pero para Lamartine sólo existían acordes bien elegidos y miradas que se clavaban en las frases más efectivas. Su bello comenzó poniéndose de punta, después su piel se tornó de gallina, hasta llegar a ese cosquilleo por el cuello y después a olvidarse de estar en una habitación, para viajar arriba, muy arriba... No era nada sexual, eran las frases que no se referían a ella, pero que siempre había deseado oír susurrar.
Después les dijo que iba a tocar algo que él mismo había compuesto, que no tenía rima, que estaba mal ajustado, pero que decía lo que sentía. Ni siquiera cantaba en un idioma que todos comprendiesen, era de un lugar lejano y su nombre era algo que se hacía para resultar accesible. Empezaba en un golpe de Do, después Sol y pasaba de forma abrupta a un Si desafinado.Después empezaba la canción, esta vez no apartaban sus miradas, Lamartine tenía unos ojos brillantes, no era ningún tipo de sustancia, eran sólo sentimientos a flor de piel. Eso que llevas toda la vida buscando y te saluda en forma de estrofas

Nadie ha hablado sobre los amores sepultados
y es que nada solventa lamentables situaciones
Nada son errores cuando los marcan tus labios
y es que son tus caricias las que se quedaron mes a mes
Nada son esas enormes dudas sino besos y caídas
y es que decir que te echo de menos no es decir nada
Nada va a definir nuestras idas y venidas
y es que no habrá clavo que sacie lo que fue existencia

¿Quién llorará las lágrimas de los te quiero?
¿Quién tendrá valor al juego de azar de tu comisura?
¿Cómo olvidar algo que buscamos en lo ajeno?
¿Cómo puedo plantear historias si me robaste la cordura?

Pero si en el fondo del armario somos pura indecisión
¿quién va a avalar los cariños que se quedaron sin decir?
Si con tus ojos me basta, ¿por qués esperamos a la ocasión?
Porque acordamos que esto iba de lo que pudiéramos sentir
Pero si es que tus manos pasaron de caricias a terrorismo
Pero si es que tu cuello no pide tregua no seré yo quien deba decidir


¿Quién llorará las lágrimas de los te quiero?
¿Quién tendrá valor al juego de azar de tu comisura?
¿Cómo olvidar algo que buscamos en lo ajeno?
¿Cómo puedo plantear historias si me robaste la cordura?

Lamartine había soñado con que eso se le dedicase en algún momento de su vida, pero había perdido las fuerzas en el camino, y es que marcar la palabra cordura al final con un susurro acústico con millones de sentimientos declarando la guerra abierta al país que la aceptase no era lucha de guerrillas... Y es que si los otros ojos no permaneciesen aletargados, las miradas habían traspasado las distancias, las caricias la ropa y los labios la piel

Melchor con especial dedicación

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