martes, 3 de julio de 2012

Tarjetas de visita

El cigarro se consumía en la corona del cenicero, el humo bailaba para ellos, para Juan no era una sorpresa lo que Roxane odiaba el humo de su tabaco negro, pero a ella le encantaba que pasase de ella. Él sabía darle exactamente lo que necesitaba, siempre con cuentagotas, tenía el pensamiento que demasiada agua de golpe ahogaba cualquier tiesto, además su río hacía tiempo que no fluía como para sembrar ni un cactus. No iba a darle más, Roxane lo sabía.
Ella divertía sus noches con nombres variados, no importaba si era rubia o morena, al cabo de un tiempo todos los labios ajenos se le tornaban extraños, total, ninguno sería capaz de saciar una sed dando agua con sal.
Había pasado mucho tiempo desde que encontró el gusto de las amapolas negras y amarillas, pues al fin y al cabo todas tenían el tallo color verde... Verde como la inmadurez de unos sentimientos que con los años no habían alcanzado a comprenderse.
El cigarro seguía consumiéndose lentamente, lo tomó, le dio una calada y fingió interés en la conversación que legaban las fiestas de sábanas. La Roxane de esa noche se llamaba Natalia, era morena y tenía los ojos azules, sin embargo no tenían ese brillo. A Juan le bastaba con seducir, después el aburrimiento, la moral y el egocentrismo hacían el resto para completar el "Ya te llamaré".
Así Juan se quedaba a solas en el patio interior que tenía su casa, la Luna solía brillar fuerte cuando más sólo se sentía. Dicen que la hora más oscura es la que precede al amanecer, pero lo que no dicen es que la noche empieza justo después de que el sol esté brillando en el horizonte.
-¿Si quedamos otro día?- Le preguntó la joven Natalia
-No creo que sea una buena idea, no me puedo enamorar de ti.
-Eso no se decide
-Si hubiese que decidir algo me enamoraría de ti, te haría el amor por la mañana, en el descanso de mediodía y antes de dormir, te llevaría el desayuno a la cama, tendríamos hijos y seriamos muy felices. Sin embargo, decidir cuando te enamoras es como elegir cuando mueres.
-El suicidio...
-El suicidio es artificial, como esta noche tan poderosamente sexual, no te he amado en ningún momento, tu a mi tampoco, pese a que esto esta diseñado para dar placer, nosotros hemos buscado corrernos sin pensar en planes de jubilación. Digamos que los dos hemos buscado una tirita para una hemorragia interna. Era en mi en quien pensabas, pero no a quien gritaba tu corazón, eres tu a la que follaba, pero mañana me costará recordar tu nombre.
-Eres demasiado directo.
-Durante mi día a día doy muchos rodeos, sin ellos no estaríamos aquí mirando como un cigarro se consume, no te enganchas a mi, te enganchas a lo que escondo. Por ello, te lo muestro y así pierdes interés.
-Si piensas que quiero algo más que un revolcón de vez en cuando te equivocas, eres muy pretencioso.
-La palabra pretencioso es demasiado grande para una chica tan joven, te van grandes tus frases efectistas querida... Eso me excita.
-¿No decías que no te engancharías a mi?
-Que tenga ganas de follarte otro día, no quiere decir que ahora mismo no este controlando el reloj para ver cuando te vas
-Eres un capullo-Natalia se levantó airada y comenzó a vestirse.
-Puedes ponerme una reclamación, tengo tarjetas en la entrada, llámame y te resarciré con un café, velitas y toda esa mierda.


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