jueves, 6 de diciembre de 2012

Acostumbrado

-No me claves la mirada, sé que no quieres que sea mi cara la que reflejan tus pupilas
La frase de aquella chica le dejó bastante tocado, le hizo sentirse un poco más vacío, le hizo sentirse algo hundido, le bajo a los infiernos... Sin embargo después le dirían:
-No fueron sus palabras muchacho, fue lo de siempre. Recordabas a otra, a la verdad.
Pero si te pasas meses fuera de ti, después te reencuentras y ves una posibilidad de que algo te devuelva el cadáver de tu alma en unas condiciones relativamente alejadas de un estado de putrefacción... ¿por qué no?
Los ojos marrones se quedaban fijos en su rostro, buscando que algo le perturbase. Lo que no entendía aquella joven es que no podía estar más perturbado, pero no había lugar para miradas comunes en el azul cielo de su onirismo. Y otras fueron a probar el zumo de angustia que segregaban sus labios, pero se quedaron a las puertas... Joven, sabes que no te va a pensar después, chica... Sabes que no puedes rivalizar contra la que protagoniza los sueños con montañas que no se atreve va a reconocer.
Podría decirse que hacía frío, pero Julieta volvió a vibrar entre sus manos, volvió a sentirse vulnerable mientras las cuerdas le hablaban del pasado, mientras la caja acústica le comentaba de lugares únicos. Cuando se acabó el tiempo de escuchar aprovechó el último rato antes de salir de las metáforas.
Y hoy es uno de esos días, uno de esos en los que si escribes mucho puedes decir demasiado.

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