viernes, 1 de junio de 2012

About Nothing

Alberto y Ana estaban sobre la cama desecha, no quedaba en su lugar ni el almohadón, él estaba tumbado boca arriba, ella en la misma situación, pero apoyada en el hueco que dejaba su hombro y su pectoral, ese era su rincón favorito en Barcelona.
Las sabanas blancas contrastaban con la oscura piel de Alberto y camuflaban a Ana por su pálida piel, aunque quedaba delatada por su pelo negro y sus ojos marrones. El cuerpo de Alberto marcaba la línea diagonal de la cama, el de Ana se acoplaba encogido en la sección triangular restante.
Ninguno se atrevía a articular palabra, había sido muy bonito, muy apasionado, muy salvaje y la respuesta a las preguntas que generaban las tensiones de dos cuerpos atrayéndose durante demasiado tiempo. Alberto llevaba buscando eso durante años, Ana lo consideraba un error, algo que no habría de repetirse, no porque hubiera estado mal, que no lo estuvo, sino porque no era justo, pues ahí no es que se conformase un triángulo amoroso, es que se conjugaba Plutón con Saturno en una mañana del Enero más frío que había dado la Ciudad Condal en muchos años. No había compromiso en el espectáculo que habían ofrecido desde las 6 de la mañana a todos sus vecinos, tampoco había compromisos en las relaciones mantenidas con terceros, tan sólo algún matrimonio roto entre las piernas de Ana, algún rasgón en los vestidos de las damas de alta sociedad, que frecuentaban los placeres que le otorgaban las profesionales manos masajistas de Alberto.
En esa cama se mascaban más de cien tragedias, maridos que buscaban divertimiento en prostitutas, mujeres que buscaban ratos de distracción con monitores de pilates, orgías eternas financiadas en los senos de partidos ultraconservadores, moteles con techos más que vistos y teleperversión a quien se atreva a pulsar un botón.
Si, damas y caballeros, ella era puta y él puto. Ana era puta reputa, no consideraba que estuviese mal lo que hacía, ella no se tiraba a cualquieras, era una Dama, de compañía, pero una dama al fin y al cabo. Ella empezó en el tema por una necesidad, odiaba a sus amantes, el caso de Alberto era algo más repulsivo, si esperan leer morbosidad en mis descripciones, lo siento, pero no.
Ahora, todos se preguntarán que hago narrando la historia de dos profesionales del amor de contrabando, pues bien.
Una sencillez rotunda que les cuenta el botones de un hotelucho sin estrellas, ambos se conocieron en el trasiego de las habitaciones, con premeditación, alevosía y muchísimo ensañamiento sexual. Ninguno había cometido la estupidez de enamorarse de un cliente, la vida no es Pretty Woman o Desayuno con Diamantes. Aquí los clientes pagan con las monedas que les sobran del sexo que no encuentran en cariños destinados a la apariencia marmórea lapidaria de la distinción social. Por ello, sabían que no eran como cualquier otro trabajador que puede refugiarse en su trabajo, ellos fuera de las paredes mal decoradas tenían que refugiarse de sí mismos, nadie les comprendía y les trataban como depravados sexuales, pero entre ellos si había perfecta comprensión. Se entendían, sabían que no había placer, que no había ganas, que comprar el pan es para todos igual, que la crisis no afecta a todos igual y que ellos satisfacían una necesidad social. En ese contexto de dialogo surgió una bella amistad y cometieron el error de no distinguirla, el asedio continuo de un joven que descubre el hormigueo de su estomago chocaba contra los muros de piedra ante los sentimientos... Para ella era un error, para él la conquista de la mayor fortaleza.
-Esto no debería haber pasado
-Pero ha pasado
-Será mejor que me vaya
-¿Nos vemos mañana?
-Ni mañana, ni nunca más.
-Pero...
-Ni peras ni manzanas, esto se queda entre estas cuatro paredes, tienes suerte de que no te cobre.
-¿pero qué me dices?
-¡Qué te calles! No quiero escucharte, confía en mí, es mejor así.
-¿qué es mejor?
-No lo sé, es lo que se dice en las películas

"El demandado ha cometido adulterio con una oveja y lo más repugnante del caso es que la oveja era menor de 18 años" Todo lo que quisó saber sobre el sexo y no se atrevió a preguntar

No hay comentarios:

Publicar un comentario