miércoles, 16 de enero de 2013

La sangrienta historia que narran los dos patitos

Cuando cumplo años mi madre o mi abuela siempre me dicen que cuando nací llovía, que llovía una burrada, que hacía muchísimo frío, que el hospital era caótico por aquellos días, que al rato de nacer empezó a nevar.
Quizá por eso siempre he sabido medir mis años por el día que hace en mi cumpleaños, cuando hace un año llegué a los 22, hacía un sol terrible para mi, sin embargo hacía un frío sorprendente, un frío que se me metía por la camisa negra y atravesaba los vaqueros rojos, llamadme raro, pero eso es lo que muchas veces me recuerda que vivir es algo refrescante, no a todos les alegrará que estés, pero siempre habrá alguien que de gracias por esos constipados.
Este año no tenía buenas esperanzas, era lógico que no lloviese, ya me iba a encargar yo de cubrir entre ríos de tinta y algún afluente de lágrimas esporádicas, pero mis 22 han sorprendido.
2012 me dejó muy mal sabor de boca, pero mis 22 han sido un año par, nada malo pasa sin razón en los años pares. Tanto tiempo y a tanta gente le he dicho que cuando tenga un problema habrá un libro, se lo pegue a los ojos y se lo vaya alejando hasta que pueda comprender que con el espacio puede entenderse una historia, que necesitas estar asentado y un poco alejado para entender qué hay en tu cabeza que define la inestabilidad, tantas veces que siento tener complejo de imprenta, pero de esa imprenta con el típico editor analfabeto que no se deja influenciar por las ideas que se dedica a reproducir.
Y al final le he cogido cariño a este año, empezó con personas a las que tengo verdadera devoción, ¡gente que incluso me cantó una canción que me habían compuesto! Arg, bribones, me costó no lloraros a la cara. 
El año continuó con alegrías, de estas puñeteras que te dejan sonriendo como al más idiota, pero alegrías, si, sin duda son las que nos nutren 
Después todo se truncó, unos que se iban, otros que no se habían llegado a quedar, momentos de dudas, momentos de gritos, momentos en los que he sacado lo peor de mi, y momentos para saber que lo mejor estaba bastante enterrado. Y es que para desenterrar algo hay que mancharse de barro.
Después llegaron los frutos del desconsuelo, tristeza que llama a otros que están como tú, y eso, dos personas que se encuentran en una huelga de metro y maldicen juntos la estupidez.
Verano, verano caluroso como no recuerdo, verano de echar de menos, de despedidas, de ¡volveremos a vernos pronto!, de meriendas en el parque, y de noches con Juliette en la cama, afinando despacio unas cuerdas con las que no llegamos a rimar, pero las noches al final nos hicieron entendernos en clave de Nino Rota
Después llegó la filosofía, Kierkegaard, Sartre, Lao Tse y nuevas formas de pensar con planteamientos naturalistas. La antropología empezó a llenarme.
Alegrías, se acaba el verano, ¿qué haces Isra?
Y después todo precipitado, volver a un estado decadente no es una opción, pero tampoco lo es conformarme, ahora no, ya no. 
Reencuentros, cielos azules en Otoño una vez más ¿qué está pasando? 
Aprender a no pensar tanto y a vivir más
El año acaba con una perspectiva, con sonrisas, y con poderosas lágrimas que han llevado a comprender que la vida no consiste en retener, tan sólo en sentir, vivir y equivocarse, al fin y al cabo, sólo es un ensayo de una película que no llegará a estrenarse
Quien estuvo, está, aunque sea lejos, aunque sea al lado, están, estáis. Grandes personas que aparecen día a día, gente que te rodea, pero que de pronto un día deciden quedarse. 
Los 22 no han sido ni malos ni buenos, han sido lo necesario para que coja mis 23 con ganas, fuerza y determinación. No dejaré de escribir, de sentir, de narrar, de vivir, de abrazar, de gritar, de saltar, de luchar, y sobre todo, nunca dejaré de equivocarme
Durante mis 22 he pensado demasiadas veces en si me estaba volviendo loco, después he llegado a la conclusión de que eso no debe preocuparme, nunca fui el más cuerdo. 
Amaneceres cobrizos, destellos azules, nubes blancas, nieve en la superficie más pura... Miradas en corto para acabar bien los dos patitos que nos habían cobijado
Gracias a todos los que habéis llegado durante este tiempo, de corazón. Gracias a los que estabais y permanecéis. Sois grandes, familia, amigos, compañeros, inclasificables... Gracias 

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