domingo, 25 de marzo de 2012

Angustia del desasosiego

Hay varias interpretaciones sobre el "Dios" centroamericano denominado como Quetzalcoátl, una de las más curiosas es la leyenda que se propaga en varias crónicas escritas.
En ellas, se presenta al Sacerdote-Rey como una figura de vida ascética, muy torturado por su existencia y destrozado por sus penitencias. Su cuerpo demacrado le era desconocido, pero sus enemigos se lo hicieron ver para torturar su mente, después le emborracharon y le deshonraron, también trajeron a su hermana que mantenía unos votos similares y fue igualmente denigrada. Después, se reviste de gala, con todas sus insignias y se prende fuego. Tras eso, sucede algo que podría resumir, pero que es más bonito en extensión original:

Y se dice que, cuando ya está ardiendo, muy alto se elevan sus cenizas. Entonces aparecen, se miran, toda clase de aves que se elevan también hacia el cielo, aparecen el ave roja, la de color turquesa, el tzinitzcan, el ayocuan y los loros, toda clase de aves preciosas. Y cuando terminó ya de quemarse Quetzalcóatl, hacia lo alto vieron salir su corazón y, como se sabía, entró en lo más alto del cielo. Así lo dicen los ancianos: se convirtió en estrella, en la estrella que brilla en el alba.


Este sacerdote, era alguien que evitaba el sacrificio humano, pues verdaderamente amaba a todo su pueblo, sus vidas eran lo más valioso.
Aún así, este hombre sacrifica su vida por haber fallado, nadie le considera culpable, pero su culpa para él es suficiente.
Es la honra importante, pero más lo es el honor, saber que todo queda bien hecho te deja en calma, que lo sepan los demás y guardar un secreto horrible aparentando la tranquilidad de no sufrir remordimiento

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