martes, 3 de abril de 2012

Laura

Laura era una joven bailarina clásica de una gran trayectoria con sólo 18 años, una chica poco agraciada, pero extraordinariamente dotada para ese arte.
Con la tierna edad de 15 años su familia ya había pagado viajes a Australia, Brasil, Islandia, Francia... para competiciones internacionales en las que hacía mucho que no tenía rival. Una bella artista, pero su rostro reflejaba lo que tenía más allá de horas de entrenamientos.
Laura era altiva, pedante, egocéntrica y se creía graciosa. Se sabía mejor que el resto de seres que se dedicaban al baile. Era realmente superior.
Ella consideraba que el baile no era suficiente para llenarla, así que estudiaba ingeniería y leía a Platón. Aunque no lo admitiese, la ingeniería le resultaba imposible y Platón le daba sueño Aún así, le sobraban horas para usar cleenex que saciasen sus necesidades físicas, cleenex eran los hombres que podían satisfacerla, después todos le daban asco... Exactamente como un pañuelo preñado de mocos. Asco
Pero quien habló de ser especialista se olvido de comentar que un punto a favor no gira el mundo.
Un día Laura iba paseando por Gran Vía, acababa de comprar un libro sobre Aristóteles, no sabía porque, pero necesitaba cambiar de autor. Cuando cruzó hacia Fuencarral iba leyendo el prefacio, un coche se olvido del significado de los colores y recordó que el rojo no es buena señal.
Laura quedó tendida en el asfalto, su pierna conformaba un ángulo extraño y había sangre por todas partes... Laura no entendía, sólo sentía.
En el hospital le dieron la noticia que vislumbraba en los ojos del medico del SAMUR... Su pierna derecha había sido amputada sin piedad alguna, y su izquierda estaba rota, su rehabilitación sería verdaderamente complicada.
Laura era un sueño
Laura no era nadie
Pero nació ese día, para poder darse un nombre.

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